Cuando Trump dejó de ser Presidente de EEUU, lleno de júbilo publiqué, en
este mismo blog, el que hoy público de
nuevo para que nos formemos una idea más
clara del contexto de aquel entonces y de ahora mismo. Lo titulé así:
El trumpismo ha tropezado: ¡Aleluya!
Actualizo el publicado hoy 17/11/2024 añadiéndole
matices que nos puedan situar y entender el contexto actual, empezando por como
lo titularía si hoy escribiera un artículo nuevo:
El trumpismo ha regresado:
¡UN TORMENTO!
No me voy a extender en el perfil de semejante
personaje. Resumo el gran tormento que puede llegar a ser Trump como presidente
(de nuevo, a pesar de las 34 condenas, según diferentes fuentes que no he
tenido tiempo ni recursos para evidenciarlas que recibió de la justicia
americana en su periodo anterior), recurriendo a ANDREA RIZZI en el artículo
que publicó en el País 16/11/2024
“La campaña electoral de Donald Trump dejaba presagiar que, en caso de victoria, su ejercicio del poder sería un tsunami, y ahora los nombramientos que se van acumulando lo confirman: viene una embestida trampista radical, brutal y sin complejos (El subrayado es mío).Conviene dejar las esperanzas de que haya significativos factores de contención. Desgraciadamente, los primeros compases de la reacción europea son nefastos.”
https://elpais.com/opinion/2024-11-16/que-hacer-ante-la-calamidad-trumpista.html
Sigo, pues, con el artículo anterior:
Nos decía Paul Sartre que “un hombre es
lo que hace con lo que hicieron de él”.
¿En qué circunstancias, acontecimientos,
contexto social, etc., nació y se desenvolvió Trump, que hicieron de él
semejante personaje para acabar siendo lo que es ahora, en este
momento: una nueva versión de 'Conan el bárbaro'. Pretender, en los tiempos
actuales, hacer política desde un poder fabricado a través de la
espada y la brujería es toda una temeridad.
Unos siglos antes, Baruch Spinoza nos había definido, de forma clara y precisa el
centro de la psicología, la ética y la política que él desarrolló a lo largo de
su corta vida.
Llamó a este centro el conatus: y lo definió así: “Cada cosa se esfuerza, en
cuanto está en ella, por perseverar en su ser”. En una primera aproximación
podemos entender el conato, como que todo lo que existe, tiende a la
auto conservación.
El empecinamiento de Trump en mantenerse
en la presidencia del país más poderoso de la tierra, saltándose las normas que
este se había dado para que ello fuera posible, es una prueba empírica
relevante, confirmatoria de la hipótesis de que la personalidad,
muchas veces anula la inteligencia y recursos cognitivos y
económicos que alguien pueda tener, obteniendo en la vida
cotidiana resultados totalmente negativos, por mucha riqueza que este pueda
tener.
Freud incorporó al desarrollo de su
sistema el conatus de Spinoza, y sostuvo que las
acciones de auto preservación se activaban de forma inconsciente. La
imprudencia e irreflexión de Trump que le llevaban a no valorar las
consecuencias de sus acciones, son una prueba evidente de su falta de
conocimiento e incapacidad de percibir y darse cuenta del funcionamiento
del mundo político actual. Confirman, también, la afirmación del
psicoanálisis de que es el inconsciente el que manda y regula la vida de los
humanos dejando en un segundo plano a la razón.
Con personajes como Trump quedó
confirmado que son los instintos y no la razón los que nos llevan a actuar y,
también, que aquello tantas veces repetido que
somos ‘Homo Sapiens Sapiens’, hombres doblemente sabios, es una de las
más grandes falacias jamás inventadas.
En
una de las cartas que Sartre escribió a Simone de Beauvoir, le hablaba de
otra persona y le decía entre otras cosas “(…) se había dado cuenta de que lo
que le estropeaba la vida no era la fatalidad sino su propia forma de
ser”. Sartre, J.P.: Cartas al castor 1. Barcelona, Edhasa, 1986
p.117
La personalidad tiene una gran incidencia en nuestro comportamiento y poderosos efectos sobre la calidad de vida que uno logra tener. Es, a través de ella, que hace que nos adaptamos mejor o peor, social y personalmente, a la vida en general y a las diferentes parcelas de esta. Sin duda Trump, no se adaptó a la política.
La historia recodará los años 2020 y
2021, como la victoria de la humanidad ante dos destructores virus,
a cada cuál más letal: el SARS-CoV-2, propagador de la enfermedad Covid-19 , y el
trumpismo, propagador de la enfermedad “comecocos”, que produce, entre
otras cosas, unas intensas mermas de madurez, sensatez y sentido
común, llegando, en los casos más graves, a suspender la actividad
funcional del cerebro humano generando individuos descerebrados.
Ya nos lo advertía, en el siglo
pasado, Skinner:
“El auténtico problema no es si las máquinas piensan, sino si lo hacen los hombres”.
Burrhus Frederic Skinner
¿Podríamos vivir si no tuviéramos la capacidad de auto engañarnos?
Mi
respuesta es que no. El mundo que tenemos construido, en el que se dan
tragedias de todo tipo que la mayoría de las personas psíquicamente sanas no
serían capaz de soportar, no funcionaría sin mentiras y sin auto engañarnos a
través de lo cual creamos y sostenemos percepciones distorsionadas que nos
evitan enfrentarnos a la cruda realidad y tener que manejar determinado tipo de
emociones que nos hacen muy vulnerables.
¿Habría arrasado (55% de los votos) en las elecciones de EE.UU. Donald Trump
sin recurrir a las tecnologías actuales para implantar en el cerebro de miles
de americanos relatos que estos acabaron creyéndolos y votándolos?
“Las redes basadas en relatos hicieron de Homo sapiens el animal más poderoso
del planeta, al conferirle una ventaja decisiva no solo sobre leones y mamuts,
sino también sobre otras especies humanas remotas como los neandertales”
Así se explica en su reciente libro (p.63) titulado ‘NEXUS’ Yuval Noah Harari
Si quieres
saber más, te invito a leer:
https://neuroforma.blogspot.com/
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De héroes y ratas
Cuando pasen los años también esta dana mortífera de
2024 partirá en dos la memoria de los valencianos
Apenas llovía en Valencia aquella tarde
del 14 de octubre de 1957, pero las trombas de agua llegaron
de madrugada desde las cabeceras del Turia, donde no había
cesado de caer un persistente aguacero. La riada desbordó los puentes y después
de llevarse hasta el mar la vida que había en el cauce del río, enseres,
personas y animales, dejó anegadas las calles de la ciudad vieja bajo dos
metros de agua y barro. Como siempre sucede en cualquier tragedia hubo
ciudadanos que se comportaron como héroes y otros como ratas. Franco no se
acercó a Valencia hasta el 24 de octubre, pasados 10 días de la catástrofe,
cuando el lodo ya se había secado, para ser obligatoriamente aclamado, aunque
las primeras ayudas no llegaron hasta ocho meses después. El alcalde Tomás Trénor fue
destituido de modo fulminante solo por haber insinuado ante el
pleno que los valencianos se sentían abandonados, y al periódico Las
Provincias le cortaron el suministro de papel porque su director,
Martín Domínguez, que hubo de dimitir, había escrito: “Si no hablan los
políticos hablarán las piedras”. Los muertos, el barro y la desolación tardaron
mucho en olvidarse. A partir de aquella inundación el tiempo en Valencia se
dividió en antes y en después de la riada. El lanzamiento del Sputnik soviético,
el estreno de El último cuplé, Gilda, el bayón de Ana, el gol de Zarra, ah, eso
fue antes de la riada; la venida de Eisenhower a España, el garrote que le
dieron a la envenenadora, la retirada de Puchades, ah, eso fue después de la
riada. Cuando pasen los años también esta dana mortífera de 2024 partirá
en dos la memoria de los valencianos, y la rueda de la vida con
los amores, viajes, negocios y proyectos habrá sucedido antes o después de la
dana. Y en medio de la tragedia, como sucedió con la riada de 1957, se
recordará que hubo ciudadanos que se comportaron como héroes y un presidente de
la Comunidad que estaba de larga sobremesa mientras
muchos de sus queridos paisanos se ahogaban.