domingo, 18 de octubre de 2020

Pongamos que hablamos de Madrid.DECIR antes de HABLAR






 Pongamos que hablamos de Madrid.

DECIR antes de HABLAR

 

 “Los pájaros visitan al psiquiatra
Las estrellas se olvidan de salir
La muerte pasa en ambulancias blancas
Pongamos que hablo de Madrid.”

Joaquín Sabina

 

 
Pongamos que hablamos de Madrid

Es la comidilla de todos: Prensa, radios, redes sociales, comentarios de los ciudadanos, conversaciones con el taxista, charlas  de barra de bar (en donde se puede).  Madrid es el centro de las conversaciones.

No voy abordar aquí el caos del universo, (Leer la columna de mi admirado Vicent en el País de hace dos semanas titulada 'Mariposa': "Empieza a resultar trágico que unos políticos percebes de cuarta vengan a echar tanto sacrificio por la borda con su incompetencia y fanatismo” https://elpais.com/opinion/2020-10-03/mariposa.html Mariposa ) ni mucho menos del caos que muchas de las conversaciones atribuyen  a Madrid, en el que el desorden y sobre todo la confusión, según la opinión mayoritaria de los ciudadanos, alcanza límites que superan lo conocido hasta ahora en una sociedad civilizada.

 La confusión institucional es el mejor caldo de cultivo para el desarrollo y proliferación del virus.

No voy a entrar en valoraciones, sino en descripciones,  entendiendo que lo descriptivo suele ser más  objetivo que lo valorativo, tal y como ponen de manifiesto el tratamiento y entendimiento de los datos (representación de hechos concretos)  que se están dando en esta pandemia. Y,  sobre todo, entendiendo que  las descripciones ayudan a tomar conciencia de una realidad más objetiva.


 

 Mi objetivo en este artículo es dar a conocer una herramienta que si los políticos en general,  y, sobre todo, los políticos madrileños, en particular, la conocieran y la practicaran, la percepción de  caos no sería de tal intensidad y muchos de los problemas, que están sufriendo en este momento los ciudadanos madrileños,   no existirían o al menos serían percibidos de forma no tan emotiva.

La herramienta,   empíricamente validada, (a diferencia, según se dice de las pautas a seguir en el caso de la Covid-19  en la capital de España que no terminan de ser eficaces)  que  vengo utilizando desde hace muchos años,  la expuse  en múltiples sesiones que impartí con títulos diversos tales como Técnicas de Presentación, Presentaciones Eficaces, etc. en contextos muy diversos:  universitarios, empresariales, Escuelas de Negocios,  etc. y con la cual se puede resumir y sinterizar el tema de “hablar en público”,  la título así:

Decir antes de hablar”.


Hablemos de Madrid

No vamos a hacer valoraciones de si lo está haciendo bien o mal. Tampoco vamos a hacer descripciones desde el punto de vista político. Simplemente, vamos a seguir un enfoque de construcción de saber pedagógico,  el cual requiere hacer un análisis de las experiencias de las personas a las que queremos hacer llegar lo que explicamos. Dada su actualidad e intensidad con la que se está viviendo este melodrama, explicaremos la herramienta a partir del contexto de Madrid.

Imaginemos que la Presidenta de la Comunidad de Madrid, o el Consejero de Sanidad o el de Justicia o el mismo Alcalde y portavoz del PP,   antes de sus intervenciones en público, se hicieran el ‘Test Decir" contestando, sinceramente,  a cada una de las 5 cuestiones que este presenta.  

Test Decir 

 Consiste en que  antes de hablar en público, en el contexto que sea, una persona que se considere un buen profesional, (sigue la deontología profesional:"Parte de la ética que trata de los deberes y principios que afectan a una profesión.") con todo lo que ello implica, antes de hablar ante nadie debería hacer el Test Decir. Una vez completado, proceder a hablar si a todas las cuestiones ha contestado SÍ, o bien callar si alguna de las cuestiones planteadas no la tiene clara ¿? o responde NO. 


                                                                                                              


La interrogación personal es una buena práctica que todos deberíamos incorporar a nuestra vida. Haciéndonos preguntas con sabiduría podremos tomar decisiones con más claridad mental y lucidez. 


La primera cuestión, Derecho,  que deberían clarificar es la siguiente:

¿Qué derecho tengo yo para hablarles a  los asistentes de lo que le voy a hablar?

Dado el cargo y rol que tienen, nadie cuestiona su derecho de dirigirse a los ciudadanos. La cuestión a plantearse sería de si este derecho es suficiente por sí mismo o necesita ir apoyado en otros derechos como, por ejemplo,  el derecho del conocimiento: todos aprecian que de lo que hablan saben,  y por lo tanto se ganan su credibilidad y confianza.

La segunda  cuestión, Emoción,  que debería clarificar es la siguiente:

¿Sobre lo que voy hablar,  realmente lo siento, lo vivo y lo pienso tal y como voy a exponerlo?

Es decir, no pretendo venderles una “moto sin manillar”, hablándoles de algo que para nada siento ni creo que sea verdadero, pretendiendo instrumentalizarnos y valerme de ellos para cumplir mis ocultos y maquiavélicos fines. 

Esto pasaría, en este caso, por poner el foco en la evidencia sanitaria y no en la conveniencia política y adoptar, en consecuencia,  una estrategia sanitaria dejando para otras circunstancias la estrategia política. 

Es bueno recordar aquí, siguiendo a la Ontología del lenguaje ( Rafael Echevarría): Cuando hacemos una declaración, nos comprometemos a la validez y a lo adecuado de lo declarado. También, que cuando hacemos una promesa, una petición o una oferta, nos comprometemos a la sinceridad de la promesa enunciada; y, también,  que :

Cuando nos comprometemos a cumplir una promesa nos comprometemos, también, a tener la competencia para cumplir con las condiciones de satisfacción estipuladas.

La tercera de las cuestiones, Compartir, clarifica la siguiente pregunta:

¿Realmente quiero compartir con los demás esto que yo sé?

 Hace referencia a si considero  que lo que les voy  a contarles,  es tan importantes que quiero compartirlo con todos. En caso contrario, que no quiera compartirlo, pero que me vea por obligación en la necesidad de hacerlo, tengo muchas probabilidades de adulterar el mensaje  a base de mentiras, falacias, distorsiones y demás sesgos cognitivos.

La cuarta cuestión, Idea Clara, clarifica la pregunta siguiente:

¿Tengo el tema que voy a exponer  lo suficientemente claro?

 Nos pone en guardia para que no nos metamos en camisas de once varas, no en el sentido  que le da la RAE: «inmiscuirse en lo que no le incumbe o no le importa», sino  entendido como  no meterme en líos abordando cuestiones que no domino lo suficiente como para ser capaz de responder a objeciones o preguntas de profundización que me requieran los oyentes, echando por la borda mi credibilidad. De aquí la importancia del derecho de conocimiento del que hablamos en la primera de las cuestiones del test. Hace referencia a si lo que voy a abordar,  lo tengo intelectualmente claro, lo entiendo y comprendo, en definitiva, lo conozco  a fondo y sé de lo que hablo. El concepto de competencia comunicativa de Chomsky  nos viene a decir que todos tenemos los recursos lingüísticos suficientes para expresar y hacemos entender en  aquello que queremos exponer. Claro que esto requiere que nosotros lo entendamos y comprendemos. Si trato de que los demás comprendan algo que yo tengo confuso, el resultado será nefasto, del tipo de “cobrar en deferido” de la política que nos viene a la memoria de cada uno.

La confusión institucional es el mejor cultivo que puede tener el virus que tratamos de desterrar; la confusión personal,  en la exposición de un tema,  es el mejor y eficaz medio para  que los demás nos perciban como no creíbles, incompetentes y no dignos de nuestra confianza.  

La quinta y última de las cuestiones, Retroalimentación,  contesta la última pregunta del test:

¿Estoy dispuesto a recibir y analizar el feedback que reciba?

 

 Entendemos por feed- back la información de retorno dada a una persona sobre lo que hace para que esta pueda modificar sus acciones. Trata de si la presidenta, consejeros o alcalde,  están dispuestos a que los oyentes, le cuestionen, discrepen, acepten, rechacen,  profundicen, expongan,  etc. También hace referencia  a sí están atentos a cómo reacciona el público a su exposición, fijándose, especialmente en el lenguaje no verbal de los asistentes y esto le vaya dando información de cómo lo están recibiendo. Evitarían de esta forma, hacer el papel de elefantes en una cacherería...


Ni que decir tiene que también es necesario tener en cuenta  la retroalimentación entendida  como desviación observada en un momento dado, de tal forma que la diferencia medida pueda ser positiva o negativa y no confundir ambas. 




Sin trampas, y trabajando con datos objetivos,  debería ser fácil, relativamente fácil, el ponerse de acuerdo y tomar decisiones más óptimas, recordando continuamente que  si uno no quiere pelear, no hay pelea.








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1 comentario:

  1. Muy educativo. Ahora que nos encendemos en segundos por lo que vemos y oímos, seguir estas normas nos puede tranquilizar y hacernos más "docentes"
    Gracias

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