INVENTANDO
RELATOS
“Ya sea mediante el implante de recuerdos falsos,
la construcción de relaciones ficticias o la creación de realidades
intersubjetivas, los relatos han producido redes humanas a gran escala. A su
vez, dichas redes han cambiado por completo el equilibrio de poder en el mundo”.
La herramienta mágica inventada por los políticos actuales consiste en tener la capacidad de
inventar relatos. En unos casos llegan a convencer a los votantes y hacer ganar
las elecciones a unos determinados políticos: Ejemplo paradigmático actual es
Donald Trump. En otros casos dan como resultados el repudio y tal vez la
pérdida de las próximas elecciones: Ejemplo modélico, de lo que no se debe
hacer, el de Valencia. De aquí podemos deducir, entre otras muchas razones de peso, que dada la gran importancia que
adquieren los relatos como causa que
produce el efecto de ganar o perder
unas elecciones, razón más que suficiente para que los políticos sean más cuidadosos cuando tratan de construir relatos.
¿Estaría Carlos Mazón y
otros políticos valencianos en esta
situación actual tan precaria si
hubiesen cuidado sus relatos?
“¿Quién creó a quién? Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, se dice
en el Génesis, aunque todo da a entender que fue al revés. Ha sido
el hombre quien ha creado un Dios distinto a medida de sus sueños.” Manuel
Vicent
Sin meternos en opiniones metafísicas, si podemos afirmar hoy que al hombre
lo crea, en estos tiempos actuales, el relato.
En Diciembre del año 2006 dio una conferencia, a la que
asistí, en el Club Faro de Vigo, Fernando
García de Haro, psiquiatra y Profesor de Psiquiatría de la Complutense.
Recupero un cuaderno que siempre llevo en mi bolso desde hace muchos años, en
el que anoté que ante el autoengaño nos ofrecía dos medidas
prácticas: La primera mantener un escepticismo sano sobre lo que pensamos y
creemos. No nos olvidemos que los orígenes de la cultura europea hay que
situarlos en los filósofos griegos cuando se dieron cuenta de que sus sentidos
los engañaban y empezaron a descifrar la realidad a través de la
duda, es decir, renunciaron a interpretarla mediante el pensamiento mágico
mezclando sentimientos con cogniciones. En su lugar se quedaron con el
pensamiento racional que adopta una actitud escéptica, basada en la
lógica y buscando la objetividad a través de las técnicas científicas.
La política de hoy consiste, fundamentalmente, en tener la capacidad de
inventar relatos que se ajusten a la mentalidad de las personas:
La segunda, saber diferenciar entre creencias y delirios. Según el profesor
García de Haro, las dos, creencias y delirios, comparten la
propiedad de hacernos creer que lo que pensamos de la realidad es la realidad
misma. El delirio, siguió diciendo según mis apuntes tomados entonces, siempre
tiene un origen patológico; las creencias cuando se viven fanáticamente o de
forma excluyente, adquieren franca naturaleza enfermiza poniéndonos
seguidamente dos ejemplos clarificadores:
"Los ejecutores de los atentados de las Torres Gemelas, de los trenes
de Madrid o de Londres los han llevado a cabo guiados por una creencia. Igual
podemos decir de los nazis o del comunismo que creía que todo estaba
justificado para imponer su ideología”.
En un momento de la conferencia se preguntó: ¿Son las creencias la salvación
de la Humanidad o lo más peligroso que existe? y se respondiendo: "Aquí
vamos a sostener que las creencias son el peligro más grave, sobre todo porque
actualmente existen armas de destrucción masiva. La lucha entre creencias puede
destruir la Humanidad".
Esta pregunta que se hizo en el año 2006, adquiere todo su sentido
actualmente con lo que está pasando en el mundo. Lo que todos intuimos es que
en nuestro tiempo actual, el autoengaño en el que vivimos nos está metiendo en
una disyuntiva muy vulnerable y enfrentándonos a múltiples retos, entre el que
figura el que nos menciona el profesor García de Haro: la destrucción de la
humanidad. Podemos añadir otros muchos: Guerra nuclear, agonía ecológica,
cambio climático y un largo etcétera que cualquier persona,
consciente, puede acabar de completar.
Jean M. Auel
en su novela histórica 'El Clan del Oso Cavernario' protagonizado por Ayla, una niña Cro-Magnon
rescatada por un grupo de Neandertales, después de que un terremoto eliminara a
los los Cro-Magnon nos cuenta que “EL Clan dependía de la abundancia de sus
recuerdos y de su capacidad para incrementarlos : casi no se les olvidaba nada.”
“La idea de la Realidad Imposible de
Conocer es una tontería metafísica. La realidad es la realidad que descubre la
ciencia y la verdad sobre la naturaleza es lo que la ciencia al límite de sus
pesquisas dirá sobre la naturaleza”
Lo que podemos deducir de lo que nos dice Charles Sanders Pierce, al que se
atribuye, entre otras muchas cosas, ser el fundador del pragmatismo, nuestra
capacidad de auto engañarnos radica en que todo lo que la mente humana llega a
conocer son sus propias percepciones.
Son las percepciones las que nos llevan a construir nuestra realidad
subjetiva, personal, en la que vivimos, asomándonos de vez en cuando a la
realidad objetiva que nos proporciona la ciencia. Esta reflexión me lleva a la
siguiente pregunta:
¿Podríamos vivir si no
tuviéramos la capacidad de auto engañarnos?
Mi respuesta es que no. El mundo que tenemos construido, en el que se dan
tragedias de todo tipo que la mayoría de las personas psíquicamente sanas
no serían capaz de soportar, no funcionaría sin mentiras y sin auto engañarnos
a través de lo cual creamos y sostenemos percepciones distorsionadas que nos
evitan enfrentarnos a la cruda realidad y tener que manejar determinado tipo de
emociones que nos hacen muy vulnerables.
¿Habría arrasado (55% de
los votos) en las elecciones de EE.UU. Donald Trump sin recurrir a las
tecnologías actuales para implantar en el cerebro de miles de americanos
relatos que estos acabaron creyéndolos y votándolos?
“Las redes basadas en relatos hicieron
de Homo sapiens el animal más poderoso del planeta, al conferirle una ventaja
decisiva no solo sobre leones y mamuts, sino también sobre otras especies humanas
remotas como los neandertales”
Así explica en su reciente libro (p.63) titulado
‘NEXUS’ Yuval Noah Harari
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En la punta de los dedos
Los pobres han creado a un Dios misericordioso al que
reclaman ayuda, si bien su omnipotencia apenas puede llenar el cazo con el que
los más desesperados piden limosna
La imagen que pintó Miguel Ángel en el
techo de la Capilla Sixtina en que aparecen Jehová y Adán a punto de juntar las
yemas de su dedo índice pasa por ser el símbolo fálico de la creación del
hombre, pero me pregunto quién de los dos es el verdadero creador. ¿Quién creó
a quién? Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, se dice en el Génesis,
aunque todo da a entender que fue al revés. Ha sido el hombre quien ha creado
un Dios distinto a medida de sus sueños. Está el Dios airado que te expulsó del
paraíso y te sigue vigilando con un solo ojo desde el interior de un triángulo
isósceles. En estos momentos de la historia esta figura está en alza. Ese es el
Dios que toma la forma de un político ahíto de testosterona, como Putin,
que es a la vez patrón y policía con
un revólver en la cadera, o puede tratarse de ese emperador tormentoso de color
calabaza, Donald Trump, que acaba de ser elegido presidente de
Estados Unidos. Ambos coinciden en que han sustituido el trono
por el inodoro de oro macizo, solo que si tiran de la cadena podría llover
plomo nuclear hasta acabar con la humanidad. Por otra parte, hay un Dios de
clase media que si le rezas te permitirá ir al supermercado donde podrás llenar
el carro de la compra sin que te falten nunca rollos de papel higiénico. Los pobres
de la tierra han creado a un Dios misericordioso al que reclaman ayuda y
remedio de todos sus males, si bien su omnipotencia apenas puede llenar el cazo
de latón con el que los más desesperados piden limosna en las aceras. Hay un
Dios acostumbrado a recibir unidas las blasfemias y plegarias que eleva desde
la tierra el género humano. Pregúntate qué clase de Dios es el tuyo, porque, a
fin de cuentas, cada uno es el Dios de sí mismo que se lleva dentro del propio
cuerpo, unos en la sangre, otros en los huesos, otros en la punta de los dedos
y desde allí se convierte en la medida de nuestros sueños. Es ese Dios que se
afeita o se pinta los labios cada mañana ante el espejo en el cuarto de baño.