Nuestras circunstancias
“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”
No me gusta mucho expresarme a través de frases hechas por otros, que
suenen bien y con las que, necesariamente, todos los que tenemos algún sentido
común, estamos de acuerdo con lo que dicen. Prefiero manifestarme con mi propio
estilo.
Esta, que publico hoy, la encontré echándole un vistazo al Facebook y
observar que la había subido una amiga mía. Después de pensarlo, decidí
compartirla haciendo mi propia interpretación y explicándola con mi propio y personal
estilo.
Supongamos que le decimos a una atleta de élite con un palmarés de éxitos
tras de sí, que no tiene ningún mérito lo que ha conseguido ya que lo puede lograr
cualquier otro. ¿Se enfadará? Seguro que no, que lo tomará como cómico y se
reirá de muy buena gana.
Considerará a quien se lo dijo, como una persona excesivamente susceptible,
testimonio claro de una manifiesta inferioridad que la persona cree tener (a
veces erróneamente) y que le dice
eso, no desde su racionalidad, sino desde un arrebato de impulsividad que le
impidió haber reflexionado y medir el
alcance de lo que dice.
El dejarse ir, además de las torpezas que ello suscita y de los resentimientos que engendra, quita toda autoridad a quién así se manifiesta. No me resisto a citar otra frase que encontré hoy en Facebook :
"Pon el cerebro en funciomamiento, antes de poner la lengua en movimiento"
Leer: https://neuroforma.blogspot.com/2021/07/la-utilidad-del-silencio.html
El cóctel del resentimiento, con todos y cada uno de sus ingredientes, es una mezcla que nos “emborracha” y nubla nuestro raciocinio no facilitándonos una vida saludable. Tiene un alto coste emocional y físico para quien lo lleva encima impidiéndole sentirse libre, con la sensación de que controla su vida, con proactividad y sentido de logro. Va por la vida sintiéndose víctima con todos los sentimientos negativos que ello conlleva.
Leer:
Una persona resentida adopta en la vida diversas actitudes y comportamientos para enfrentarse a la misma. Una forma que se adopta, muy abundantemente, es la del victimismo, el cual está a la orden del día.
En la vida cotidiana, encontramos a gran número de personas culpando de sus males a las más diversas causas, sin darse cuenta, que como adultos responsables, hacen acciones que tienen consecuencias. Hay que considerar que todo acto tiene consecuencias lógicas, previsibles. También es cierto que otras veces, las consecuencias son ilógicas, imprevisibles e inesperadas. Aún así, de forma general podemos establecer el siguiente axioma:
Analizar las consecuencias, y si estás no son las que esperábamos y deseábamos, sustituir el comportamiento por otro más efectivo es el camino a seguir.
No convertirse en “protagonistas paralizantes” poniendo nuestra atención en el miedo, la preocupación y en lo incierto, sino convertirse en protagonistas activos dotándonos de iniciativa y autonomía, vencer al miedo, teniendo la valentía de decir lo que pensamos y aportando soluciones a las dificultades con las que nos vayamos encontrando. Nos dice José Antonio Marina, en su 'Anatomía del miedo' que para vencer el miedo la naturaleza generó en los animales diferentes estrategias: huir, paralización, sumisión y ataque. Además de estas, en los humanos, se inventó la valentía.
Miguel Cervantes
¿Qué rol adoptas en la vida: el de víctima o el de protagonista?
1. Para todo efecto hay una causa.
2. No se pueden producir determinados efectos si no se facilitan determinadas causas.
3. Para cambiar un determinado efecto hay que modificar las causas.
APLICANDO lo anterior a NUESTRA VIDA, podemos quedarnos con lo siguiente:
1. “La vida es como un eco, si no te gusta lo que recibes (efecto), presta atención a lo que emites (causa)”.
2. La proactividad es poner las causas que provoquen los efectos que deseamos.
3. Si quieres dirigir tu vida (efectos), tienes que hacerte cargo del control de las causas.
“Yo soy yo y mis circunstancias”
Esta frase, tan repetida y que todos escuchamos alguna o muchas veces, pone el énfasis en las circunstancias, en la resignación, en la reacción, en la falta de control que tenemos sobre lo que nos sucede, en que cada uno somos como somos, en que tenemos la situación que tenemos y en que hay muy poco que hacer, salvo el conformarse. Detrás de ella están otras que también todos escuchamos, o incluso dijimos, tales como “Yo soy así”, “Yo nací así”, “no hay nada que hacer”, “las cosas son como son”, “todos tenemos un destino predeterminado”, “hay que resignarse” etc. etc. etc. Una retahíla de etcéteras que nos salen automáticamente y que una vez dichas nos quedamos tan panchos, tranquilos, sin preocupaciones, satisfechos.
¿Eres de los que utilizan, de forma habitual, frases de este tipo?
En mi infancia, los “ilustrados” de la época lo repetían muchas veces: “yo soy yo y mis circunstancias”. Nos lo decían para que no intentáramos modificar o cambiar las circunstancias y nos conformáramos con lo que éramos y teníamos. No sé si era ignorancia o mala fe, más bien creo que lo primero. Es probable que estuvieran convencidos de que era lo mejor para todos. Lo cierto es que dicha frase era una adulteración (alteración o eliminación de la calidad y pureza de una cosa por agregación de algo que le es ajeno o impropio) clara y manifiesta de la auténtica y original frase.
¿Conocerían la frase completa de Ortega y Gasset? :
El mensaje de esta segunda frase es justamente contrario y opuesto al de la primera.
En el supuesto de que la conocieran completa:
¿Alcanzarían a ver su significado?
¿Entenderían que hay que abordar la vida desde la proactividad y no desde la reactividad?
En el supuesto de que la conocieran completa y comprendieran su significado:
¿Les parecería un mensaje revolucionario y pervertidor del orden establecido el intentar cambiar las circunstancias?
¿Tendrían miedo a divulgar el mensaje de la segunda por las consecuencias funestas que podrían acarrearle en el contexto de aquella época?
Hoy sigue habiendo “ilustrados analfabetos” (valga el oxímoron) que mandan mensajes similares, unos de forma explícita (como aquel eurodiputado polaco que se atrevió a decir, en estos tiempos actuales, que las mujeres son "más débiles, más pequeñas y menos inteligentes"), y otros en forma subliminal.
En la figura de los círculos que aparece más abajo, queremos representar a dos personas, la persona A y la persona B. La B, aceptando la frase del ilustrado de la época; la A, poniendo en práctica la auténtica frase de Ortega Y Gasset. Los dos círculos que representan a ambas personas son iguales aunque, por un efecto de ilusiones ópticas, los vemos desiguales percibiendo que el círculo A tiene un diámetro mayor que el círculo B. Una persona, rodeada que personas pequeñas, la percibimos como más alta de lo que realmente es. El círculo A, rodeado de círculos pequeño, parece más grande que el mismo círculo B, rodeado de círculos más grades.
En la vida práctica sucede lo mismo. Una personas con miedo y con un extremo conformismo que le lleva a estar convencida de que no puede hacer nada para modificar su situación, las circunstancias de la vida lo aplastan. Por lo contrario, una persona convencida que que puede hacer algo por cambiar su situación, las circunstancias de la vida, las mismas o parecidas a las de la otra persona, no solo no le aplastan, sino que le motivan a hacer algo para mejorar su situación.