Liderazgo Personal 4
Un liderazgo de cualquier
tipo (organización, social, político), se sustenta en un liderazgo personal. No
puedes liderar a nadie si no te lideras a ti mismo.
¿Tienes la sensación de
gobernar las decisiones que tomas en la vida y en el trabajo?
El liderazgo personal viene
marcado por el índice de autenticidad: grado de coherencia que existe entre lo
que piensas, sientes y haces. Cuando este índice es alto, haces lo que dices y
dices lo que haces.
La necesidad de legitimarse
y posicionarse frente a los demás hace imprescindible que uno se perciba como
auténtico y leal a sus principios.
El respeto dentro del equipo
sólo lo consiguen aquellos que llevan la autenticidad a sus últimos términos.
Las personas que nos rodean y trabajan con nosotros suelen terminar, tarde o
temprano, descubriendo nuestro grado de autenticidad.
Nuestra peculiar visión y forma de entender e
interpretar el entorno es la mejor y más solicitada aportación que podemos
hacer al equipo. “Si tengo 10 y los diez piensan igual me sobran 9”.
La excelencia está ubicada
en la aplicación de los talentos naturales de cada persona, aquellas pocas
cosas que uno hace mejor que nadie. Cada uno las suyas, en una combinación
personalísima que constituye el verdadero potencial de crecimiento. Para ello
tienes que construirte a tu medida. Tienes que liberar energía que ahora
tal vez pierdas, tratando de "parecerte a X", "emular a Y",
"tener igual que Z", o "conseguir igual que B". Esto nos
lleva a construir nuestra propia caricatura a la medida de no se sabe
quién. Cada persona debe mirar dentro de sí misma, descubrir sus mayores
talentos, reforzarlos mediante la práctica y el aprendizaje, y encontrar o
crear una actividad que aproveche cotidianamente esos puntos fuertes. No hay
que tratar de ser completo, sino de ser excelente en lo propio. Se encuentra
más fácilmente agua en un desierto haciendo un hoyo lo suficientemente profundo
que muchos hoyos superficiales. (Ver en Introducción al Management: Centrarse
en los puntos fuertes).
La empresa no sólo tiene que
adaptarse al hecho de que cada persona es diferente, sino que también tiene que
capitalizar esas diferencias: debe buscar las fortalezas de cada miembro de la
organización para ubicarlo y desarrollarlo de modo que se potencie al máximo.
Para ello lo primero es corregir dos hipótesis erróneas y muy extendidas sobre
el personal:
1. Toda
persona puede aprender a ser competente en prácticamente cualquier campo.
2. El
mayor potencial de crecimiento se encuentra en las áreas de mayor debilidad.
Estas dos opiniones erróneas
deben ser sustituidas por las dos siguientes:
1. Los
talentos de cada persona son únicos y duraderos.
2. El mayor potencial de
crecimiento está en los puntos fuertes.
Aprende a descubrirte,
invierte en ti, aprende a ser tu mismo y descubrirás tus puntos fuertes y tus auténticos valores, los que dan sentido a
tu vida los que te enfocan guían para saber lo que tienes que hacer en
cada momento.
Algunos conceptos:
LIDER:
persona que logra resultados:
1. Por sí mismo si hablamos de
liderazgo personal
2. A través de otros si hablamos de
liderazgo organizacional.
LIDARAZGO:
Es crear cohesión y resultados en un grupo humano de forma que ambos sean
sostenidos en el tiempo. Crear y dirigir procesos de cambio que mejoren la
posición actual de cohesión y eficacia.
MANAGEMENT:
el arte de transformar los conocimientos en resultados.
RESULTADOS:
La respuesta adaptativa la medio.
CONOCIMIENTOS:
el recurso actual más importante en la era actual que no es ni la agrícola ni
la industrial, sino la del conocimiento. Es la materia prima de la sociedad
actual.
RECURSOS:
con qué cuento para lograr los resultados
MOVILIZACIÓN:
cómo utilizar lo que tengo para conseguir lo que quiero (resultados)
AUTO
MANAGEMENT: movilización de los recursos propios.
MANAGEMENT:
movilización de mi equipo
Nos plantea
hoy Manuel Vicent un dilema entre la bomba nuclear y el sol en el supuesto que
este fuese dios.
También podría
haber titulado su columna de hoy así:
Riesgo, Certeza e Incertidumbre, con lo cual, muchos nos haríamos ‘una
empanada mental’ en estos tiempos en los cuales es muy normal que emitamos juicios falsos creyéndolos verdaderos. Se nos pasa
por alto que solamente la verdad de las premisas lleva a la verdad de la
conclusión (“validez deductiva”) y a la emisión de juicios verdaderos. Si
hablamos de razonamiento inductivo, si las conclusiones presentan un grado de
probabilidad determinado (“fuerza inductiva”). Otras veces
confundimos los hechos con las opiniones. Esto da como resultado que nos
lancemos a hacer afirmaciones basadas en opiniones que pretenden convertirse en
hechos. De nuevo se nos pasa por alto, que los hechos deben dar lugar a las
opiniones; las opiniones no dan lugar a los hechos. Otras veces, desde un
estado de ignorancia (ausencia de conocimientos con respecto a algo) emitimos juicios
bajo la etiqueta de certeza (afirmar algo sin temor a equivocarse) lo cual da
como resultado el error, tomando lo verdadero como falso y lo falso como
verdadero.
Los errores y los sesgos en el
razonamiento aparecen cuando nos saltamos las reglas de la lógica, las cuales,
en el razonamiento deductivo, nos permiten saber si a partir de unas premisas
podemos inferir unas conclusiones válidas o inválidas. Si hablamos de
razonamiento inductivo, no tenemos en cuenta el teorema de Bayes, el cual nos
permite obtener la probabilidad de una conclusión ante un conjunto posible de
conclusiones alternativas (“fuerza inductiva”).
Como, a mi juicio, pone muy bien hoy
Manuel Vicent, la incertidumbre siempre es más confusa que el riesgo.
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Bomba nuclear o
dios
Si el sol fuera un dios uno podría pedirle algunos
favores: que su luz nos regale un pequeño placer cada día, alguna aventura,
alguna pasión incontrolada, que por una vez liberara a nuestro planeta de su
órbita y lo dejara vagar suelto por el universo
Ante esta nueva luz que cada año, como regalo, nos traen los Reyes Magos existen dos opciones: creer que el sol es una bomba de hidrógeno o que es todavía un dios como creían los antiguos egipcios, al que se debe adorar. En cualquier caso, se trata de una actitud ante la vida. Si se admite que el sol es solo una bomba nuclear que obliga a nuestro planeta a dar vueltas a su alrededor de forma inexorable atado a su órbita, esclavo de la ley de la gravedad que rige en todo el universo, es difícil imaginar que uno pueda ser libre mientras ninguno de los miles de millones de astros de todas las galaxias lo es. En ese caso una vida humana equivale en dar a lo sumo 90 y tantas vueltas en torno a esa bomba de hidrógeno hasta que el destino te obligue a bajarte de la noria. En ese viaje apenas hay sorpresas. Uno sabe más o menos lo que va a suceder a lo largo del año. Puedes jurar que volverán las oscuras golondrinas en tu balcón los nidos a colgar, una y otra vez y así todo, siempre lo mismo, siempre igual, el ciclo de la savia, los almendros en flor, los cataclismos, el polen en la primavera, los bombardeos, el mar unas veces con olas de dulzura y otras tragándose como un monstruo a los náufragos, los otoños con aguaceros y hojas amarillas. Si el planeta no es libre, si las semillas, las plantas, los árboles, los animales tampoco no lo son, ¿por qué lo ibas a ser tú? En cambio, si el sol fuera un dios uno podría pedirle algunos favores: que su luz nos regale un pequeño placer cada día, alguna aventura, alguna pasión incontrolada, que por una vez liberara a nuestro planeta de su órbita y lo dejara vagar suelto por el universo. Puede que solo entonces nuestros sueños se harían realidad. Las almas de los muertos, en lugar de abrasarse, se convertirían en cosmonautas capaces de alcanzar y conquistar otras galaxias. Si el sol fuera un dios habría que pedirle sobre todo que la muerte no nos coja confesados para seguir fingiendo que somos efímeros pero libres.