domingo, 19 de marzo de 2023

AÑOS QUE PASAN VS. AÑOS QUE PESAN

 



AÑOS QUE PASAN VS. AÑOS QUE PESAN

 

“Hay que ser más valiente para ser viejo que para ir a la guerra. El que va a la guerra cree que puede sobrevivir, el viejo ve cómo su decrepitud avanza. Y esa es la verdadera guerra” Maruja Torres

 

Todo lo que ocurre en el universo tiene lugar dentro de un espacio temporal  definido por dos variables:  el espacio y el tiempo

Dentro de este universo, más concretamente, en el  planeta tierra, vivimos junto con otros muchos animales los humanos, los cuales hemos alcanzados   la cima de la escala evolutiva y nos nombramos, a nosotros mismos,  como Homo Sapiens, atribuyéndonos características como la sabiduría y la racionalidad; menos mal que también inventamos el vocablo “falacia” dentro del cual caben muchas excepciones.

Los humanos nos desenvolvemos dentro de nuestros contextos a través de 4 áreas: la física, la emocional, la espiritual y la mental. Cuidar cada una de ellas es algo básico y fundamental  para que la variable tiempo  retrase, lo más posible,  el momento en el  que los años empiecen a pesar y, sobre todo,  para poder sacar adelante algo que necesitamos para desenvolvernos en la vida: la energía;  existe en el universo  y es condición necesaria para realizar las actividades de nuestra vida:

 Estar en plena forma física, emocionalmente conectados con lo que hacemos, mentalmente concentrados y, por último, verle un sentido a todo ello.

Así, por ejemplo, la energía emocional se puede ejercitar y mejorar. Es ella la que nos permite poner en juego toda una gama de emociones positivas al servicio de nuestros objetivos y de nuestro bienestar. Unas emociones que proceden, fundamentalmente,  de ingredientes internos y que dan productos finales tales como auto confianza, autocontrol, optimismo funcional (contrario al ‘optimismo de pandereta’) esperanza,  etc. Las personas actuamos sin escatimar recursos cuando encontramos motivos (motivación) para hacerlo. Las emociones son un tipo de motivo especial que energizan y dirigen la conducta.Es especialmente difícil avanzar y mejorar cada día cuando nos falta la energía  necesaria para ello. 

Es de tal magnitud la importancia de la energía que podíamos decir que  la medida de la vida no son los años que vivimos sino la cantidad de energía que gastamos en esos años.

 Implícitamente nos lo está diciendo, a mi juicio, Manuel Vicent: 

"Un día se dio cuenta de que si en cualquier parte siempre era el más viejo se debía a que todavía cogía el avión, el metro, el autobús, iba al bar, al cine, al teatro y a los conciertos, en lugar de quedarse en casa amarrado al sofá ingiriendo mierda por televisión." 

No le falta la razón a Vicent al afirmar que la edad no existiría si el tiempo no estuviera dividido en años. Jean-Jacques Rousseau nos habla de las 4 edades: edad de la naturaleza, edad de la fuerza, edad de la razón y de las pasiones y, por último, edad de la sabiduría. Coincide, a mi juicio,  con esta clasificación la definición de vejez de Ingmar Bergman: 

“Envejecer es como escalar una montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, y la vista más amplia y serena”.

Si estás interesado en el tema te invito a leer y reflexionar:

LOS MAYORES 1. LAS TRES EDADES

https://neuroforma.blogspot.com/2017/07/las-tres-edades-feliz-cumpleanos-mis.html

Conocer la edad nos lleva a muchas falsas creencias  y expectativas que nos formamos sobre las personas a partir de la edad que tengan y que, en general, en muchas culturas desarrollan estereotipos a partir de los cuales generan negatividad hacia las personas mayores y  positividad hacia las jóvenes.Evitaría que muchas personas se libraran de condicionamientos negativos  que le llevan a tener una percepción de ellos mismos un tanto apocalíptica.

 “Una segunda infancia viene en la vejez. El viejo, como el niño, ni decide ni hace nada por su cuenta. No percibe con precisión lo que está pasando ni previene lo que pueda pasar. Camina en una niebla espesa en la que todo es confuso. No entiende casi nada ni tiene ánimos para aclarar la situación en que se encuentra . Se deja llevar. Lo único que tiene claro es que padece dolores y lo único que desea es que se los quiten y no le molesten. Ha perdido  las riendas que su destino. Es un objeto incómodo que da trabajo a los demás”. Esta opinión es de     Alejandro  Nieto, nonagenario, Catedrático de Derecho Administrativo. Fue, también, presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Publicó en Editorial Comares,2022: ‘El mundo visto a los 90 años’ (p.94)

 No le falta la razón a Vicent: 

Si el tiempo no estuviera dividido en años, la edad no existiría, puesto que nadie podría saber la fecha en que uno había nacido. A cada persona la definiría su aspecto exterior, su salud, el timbre de su voz, su carácter e inteligencia”, a lo que yo añadiría, con el permiso de Vivent, y la observación, por los demás, de la energía diaria que gastamos... 

Es muy importante  una hábil gestión de la energía.

Dos preguntas nos ayudarán a concretizar el tema:

 


1. ¿De qué energía hablamos exactamente?

 

2. ¿Cómo saber si tengo suficiente energía, si mi depósito está lleno o funciono con la reserva?

 

Una cosa en esforzarse y otra, distinta, es motivarse. Por lo que hace referencia a la segunda pregunta todos conocemos a personas que claramente les cuesta mucho y se manifiestan incapaces de hacer frente a las dificultades de la vida y, también, conocemos a personas que las afrontan positivamente extrayendo de ellas fuerza, objetivos y metas para el futuro.

¿En dónde está la clave?Tenemos dos formas básicas de hacer las cosas: o por obligación o por motivación y ambas marcan una gran diferencia. Cuando no encontramos sentido a lo que hacemos, lo hacemos por obligación y ello supone un gran derroche de energía, nos cuesta mucho emplear energía en algo así. Hacemos las cosas por motivación cuando le  vemos un sentido a lo que hacemos y esto no sólo nos ahorra energía sino que incluso nos la crea. La cuestión pasa,  entonces,  por aprender a motivarse más que a esforzarse. La "parábola de los tres albañiles" que aparece en varios artículos de este blog, ayuda a entender lo anterior.

Al margen de los años que tengas,  ¿cómo responderías tú, como el primero, el segundo o como el tercero? Víktor Franklin puso de relieve la gran importancia de lo que él  llamó “la búsqueda de sentido”.

 Cuando ya tenemos muchos años nos bajan las obligaciones. No dejemos que nadie, ni nada,  nos baje la motivación.

Una forma que tengo yo de fomentarla y que me proporciona mucha energía mental, emocional y espiritual (a la física me dedico todas las mañanas, a primera hora,  haciendo todos los días marchas de dos horas a 130 pasos/ minuto) es pasándome las mañanas de los domingos escribiendo este artículo inspirándome en la columna de Manuel Vicent,  lo que nunca le podré agradecer lo suficiente. ¡Muchas gracias D.Manuel!

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 Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.

 

En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”

 

Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,  escribo mi comentario y, dos horas después,  lo publico en mi blog. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta  y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.

 

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COLUMNA

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El más viejo

Si el tiempo no estuviera dividido en años, la edad no existiría, puesto que nadie podría saber la fecha en que uno había nacido

MANUEL VICENT

19 MAR 2023 - 05:00 CET

Llegó un momento en que, en el avión, en el tren, en el metro y en el autobús, miraba alrededor y siempre era el pasajero más viejo. También en el restaurante y en el bar era el más viejo de los clientes, en el cine y en el teatro el más viejo de los espectadores, en los conciertos el más viejo de todo el público. Pensaba que la culpa la tenían los calendarios. Si el tiempo no estuviera dividido en años, la edad no existiría, puesto que nadie podría saber la fecha en que uno había nacido. A cada persona la definiría su aspecto exterior, su salud, el timbre de su voz, su carácter e inteligencia. En este caso, lo más importante en la vida sería venir bien de fábrica, como sucede con los coches, que se distinguen por su estabilidad, velocidad, resistencia y comodidad, según cada marca. Un día se dio cuenta de que si en cualquier parte siempre era el más viejo se debía a que todavía cogía el avión, el metro, el autobús, iba al bar, al cine, al teatro y a los conciertos, en lugar de quedarse en casa amarrado al sofá ingiriendo mierda por televisión. No soportaba que le dijeran que se conservaba muy bien o que había hecho un pacto con el diablo. Creía que a una edad ya no se cumplen años, sólo se cumple salud o enfermedad y que no había nada mejor para el riego sanguíneo que la cólera bien administrada, como demostró en cierta ocasión. Una noche este viejo se encontró con la reyerta entre dos jóvenes en la puerta de una discoteca. Era una de esas peleas que podía terminar con el arbitrio de la navaja. El viejo intervino para tratar de separarlos, pero uno de ellos no solo despreció su ayuda, sino que encima lo llamó puto abuelo. Lleno de ira, el viejo le pegó un rodillazo en la entrepierna y el joven cayó al suelo retorciéndose con las manos en los genitales. La desgracia de cumplir años la tienen los sumerios que inventaron el calendario hace 5.000 años.

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 13 de marzo de 2023

SER ES HACER

 





SER ES HACER

                                 "Ser es hacer"                                                                                         Máxima existencialista





Todo un lujo leer, escrito por Manuel Vicent, un resumen de la psicología evolutiva de un humano o, según algunos,  un Autorretrato.

Lo cierto es que a la temprana edad en la que se hace la primera comunión, comprender que “Dios, creador del universo, había poseído su cuerpo” puede ser planteado como un deseo, pero nunca como un objetivo. Este se hace inalcanzable, ya no tan sólo  por las limitadas  cualidades pedagógicas del cura, sinó, además,  por falta del cumplimiento de los años suficientes del niño para completar su desarrollo cognitivo hasta llegar a la etapa de las “operaciones formales” de Piaget. Fue el maestro el que le motivó regalándole el atlas que activó su imaginación y le permitió viajar con ella a países lejanos.

 

La exposición de Vicent activa en mí, un viejo recuerdo de la infancia, más concretamente,  en la etapa  pre operacional de Piaget: todos los domingos me llevaban a la iglesia para asistir a la obligatoria misa que, en aquel entonces, se entendía debía ser cumplida por toda persona de bien. En un momento dado,el párroco, D. Herminio,  decía la frase de “pídase la gracia que se desea alcanzar”. Yo me imaginaba, entonces,  la gracia como distancia y pedía “de aquí a...”, desde la iglesia al pueblo en el que se encontraba el ayuntamiento, sobre 8 Km. Debería parecerme una distancia suficiente. Es curioso,  que a lo largo de toda mi vida he hecho un abundante uso de las escalas cuantitativas, las cuales me han  proporcionado abundantes  ventajas  en mi desarrollo personal y profesional, habituándome a traducir mis deseos (algo sin concretar)  a objetivos ( medibles, evaluables, que nos permitan saber en todo momento si avanzamos o retrocedemos,  ecológicos (ser conscientes del impacto que van a tener en nuestra vida) que estén bajo nuestro propio control personal, etc.


La acción de ir en bicicleta a la playa (etapa de las operaciones concretas de Piaget)  y la brisa fresca cargada de sal activó,  a partir de lo que escuchó, tocó y experimentó,   el raciocinio  suficiente  para tener la sensación de haber  “sustituido a Dios”.

No sé si en aquellos tiempos los 25 años podían considerarse, desde el punto de vista social,  una adolescencia tardía o una principiante juventud, en la que tuvo  lugar una tormenta hormonal, que comienza  en la  pre adolescencia,   que le llevó a aceptar el desafío, poniendo de relieve el poder de los instintos,  y materializar el primer acto en cumplimento de la sagrada ley de la evolución: "la supervivencia del más apto” de Darwin, que no era el más fuerte, sino aquel que dejaba, en su paso por el planeta tierra,  más genes  propios extendidos.   

 El dilema que nos plantea Vivent a través del “luchar o soñar” y que resolvió en una primera fase luchando, para terminar  comprendiendo que no era eficaz para “cambiar el mundo” y que  le llevó a la  melancolía, hoy llamada depresión, se entiende mejor recurriendo a la teoría sociocultural de Vygotsky según la cual  el aprendizaje tiene lugar a partir de la interacción social de la vida misma que se desarrolla en un determinado contexto. La interacción con el contexto social nos lleva a interiorizar los medios y los recursos culturales adquiridos.

Optar por luchar con la pluma (con el teclado diríamos hoy) y soñar con la utopía, entendida esta como un proyecto pendiente de realizar es, a mi juicio, una buena forma de dejar nuestra huella en el planeta tierra.

 

  

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 Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.

 

En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”

 

Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,  escribo mi comentario y, dos horas después,  lo publico en mi blog. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta  y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.

 

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ARTÍCULO DE MANUEL VICENT

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COLUMNA

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Melancolía

Eligió la acción, pero supo muy pronto que su esfuerzo por cambiar el mundo no serviría de nada

Un niño elige un libro en la Feria del Libro de Madrid.SANTI BURGOS

 

MANUEL VICENT

12 MAR 2023 - 05:00 CET

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Cuando tomó la primera comunión, el cura le dijo que Dios, creador del universo, había poseído su cuerpo, pero a ese niño le producía más emoción tumbarse en el suelo boca abajo, abrir el atlas que le había regalado el maestro y realizar con el dedo a modo de la proa de un barco una travesía que lo llevaba a los mares del Sur. A los 11 años fue por primera vez en bicicleta a la playa y al llegar empapado de sudor tuvo la sensación de que la brisa fresca cargada de sal que penetró por su cuello y le infló la camisa había sustituido a Dios. A los 15 años supo que todos los mares del Sur, el de los piratas, el de las islas misteriosas, eran el mismo mar que se veía desde casa, tumbado en la hamaca leyendo a Stevenson, a Julio Verne y a Salgari. A los 25 años le sorprendió la forma cómo le miraba aquella muchacha. Entendió que esa mirada era un mar tormentoso en el que podía naufragar y aun así aceptó el desafío. Comenzaron a navegarse los cuerpos como quien rema con furia contra la tempestad y cada uno pensaba que encontraría un tesoro en el cuerpo del otro, pero al final se produjo el naufragio y la marea arrojó sus cuerpos en una playa distinta, ambos victoriosos e igualmente derrotados. A los 30 años este joven se enfrentó a la misma duda de Hamlet: luchar o soñar. Eligió la acción, pero supo muy pronto que su esfuerzo por cambiar el mundo no serviría de nada. El fracaso de la lucha le llevó a la melancolía. Ahora, a los 75 años, frente al mismo mar de su infancia piensa qué habría pasado si en lugar de luchar hubiera soñado. En ese caso habría creado a su imagen un mundo con todas las ruinas de la historia llenas de lagartijas asomadas por las grietas, con higueras en lo alto de los castillos y templos derruidos cuya semilla habían depositado los pájaros, un mundo maravilloso como el que canta Louis Armstrong. Ahora desde la hamaca veía la isla de Sumatra.

 

 

 

 

domingo, 5 de marzo de 2023

GENTE DE BIEN VS. GENTE DE MAL

 


 

GENTE DE BIEN VS. GENTE DE MAL

 

Ignorar el mal es convertirse en cómplice de él.

Martin Luther King

 

Los que hemos nacido y vivido nuestra infancia, adolescencia, y los primeros años de la juventud en el franquismo, empezamos a ser, en la adultez, algo conscientes de “quién nos ha robado el mes de abril”. Me imagino que a medida que vayamos adentrándonos en la la vejez, y si tenemos la suerte de no sufrir mucho deterioro cognitivo, podremos diferenciar con meridiana claridad entre gente ‘bien’ y gente ‘de bien’, y de cómo fueron  evolucionando ambos conceptos hasta llegar a los días de hoy.  

 En tiempos del franquismos la gente ‘bien’ era, a su vez, gente ‘de bien’:

 “En la ciudad ser gente de bien dependía no tanto del código genético como del código postal. Ser gente de bien consistía en vivir en un buen barrio, en una buena calle, en una buena finca, en un buen piso y dejar el ascensor perfumado con colonia de marca los domingos cuando la familia con todos los hijos muy repeinados iba a la iglesia y el portero uniformado dejaba de leer el Abc y se ponía en pie al verla pasar por delante de su garita.” Manuel Vicent

Dentro de este  grupo, de la gente bien,  se puede ser una cosa; se puede ser la otra; o se puede ser las dos.

  “También los criados y jornaleros podían ser gente de bien siempre que al hablar con el superior, fuera patrón o simplemente el señorito, se quitaran la boina y la estrujaran entre las manos mientras recibían la orden consabida.”Manuel Vicent

Dentro de este  grupo no quedaba otro rol que ser gente de bien.

 Hoy en día la cosa ha cambiado sustancialmente. Hay gente bien que vive permanentemente bajo el código de los delincuentes y hay gente de bien  que vive en  barrios marginales y en las colas de Cáritas para poder satisfacer sus necesidades básicas más elementales.

 El número de posibles opciones se acorta en el segundo grupo, para el que no hay movilidad social posible, permaneciendo cerrado,a cal y canto, el acceso al grupo de gente bien. El ascensor social, generador de los cambios que experimentan los miembros de una sociedad en su posición en la estructura socioeconómica ya no funciona. Si entendemos por gente de bien a la gran mayoría de la sociedad que actúa en conformidad a los parámetros de la ley, facilitando que la democracia funcione correctamente y evolucione, hay que sostener que afortunadamente existe mucha gente con este perfil: personas decentes,  honradas, gracias a las cuales el mundo sigue funcionando. Bien es cierto que a trancas y barrancas,  con grandes déficits de justicia, de igualdad, de equidad  y de cohesión social, pero, funcionando.

 

Los 6 PILARES de la  MORAL: El pilar de la EQUIDAD

https://neuroforma.blogspot.com/2020/04/los-seis-pilares-de-la-moral-4-equidad.html

 

 Un buen comienzo, es empezar por desterrar las etiquetas y  eliminar  la maquiavélica y dicotómica clasificación de ‘gente de bien - gente de mal’ siendo conscientes de que no hay nadie perfecto y todos y cada uno de nosotros tiene sus virtudes y sus defectos. 

LA MEJOR VS.  LA PEOR VERSIÓN DE NOSOTROS MISMOS

https://neuroforma.blogspot.com/2023/02/el-mejor-vs-el-peor-de-los-mundos.html

Seguir por aplicar las leyes con OBJETIVIDAD  a todo aquel que la infrinja,  sea de la ideología que sea y TENGA EL CÓDIGO GENÉTICO QUE TENGA

 El mundo como una gran Caja de Skinner

 https://neuroforma.blogspot.com/2019/12/el-mundo-como-una-gran-caja-de-skinner.html


En un determinado aspecto, la historia del hombre es el relato de la lucha entre el bien y el mal. Luther King

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 Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.

En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”

Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,  escribo mi comentario y, dos horas después,  lo publico en mi blog. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta  y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.

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 COLUMNA

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Gente de bien

Ya no existe gente como aquella, salvo en la mente de gente muy antigua y si quedara alguna, anda con cuidado porque tiene mucho peligro

MANUEL VICENT

05 MAR 2023 - 05:00 CET

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Antiguamente, durante el franquismo, en los pueblos de la España profunda, gente de bien era aquella que se movía a sus anchas dentro del triángulo marcado por el cura párroco, el comandante del puesto de la Guardia Civil y el director de Banesto. El párroco te daba el certificado de buena conducta a la primera, la Guardia Civil te facilitaba sin problemas la licencia de caza y el director de Banesto te concedía un crédito por la cara. Llevar zapatos y corbata para ir a trabajar te convertía en una persona respetable. También los criados y jornaleros podían ser gente de bien siempre que al hablar con el superior, fuera patrón o simplemente el señorito, se quitaran la boina y la estrujaran entre las manos mientras recibían la orden consabida. Gente de bien era aquella que al cruzarse en el camino con una pareja de la Guardia Civil con capote, tricornio y el fusil naranjero al hombro, lejos de acongojarse como cualquier mortal, se saludaban mutuamente con un ‘buenos días nos dé Dios’. En la ciudad ser gente de bien dependía no tanto del código genético como del código postal. Ser gente de bien consistía en vivir en un buen barrio, en una buena calle, en una buena finca, en un buen piso y dejar el ascensor perfumado con colonia de marca los domingos cuando la familia con todos los hijos muy repeinados iba a la iglesia y el portero uniformado dejaba de leer el Abc y se ponía en pie al verla pasar por delante de su garita. Si en el vestíbulo se cruzaba con otros vecinos era obligado preguntar por las oposiciones a notarías que preparaba el chico, por la copa de natación que había ganado la niña, por la cadera que se había roto la abuela y la conversación terminaba recomendándose una pastelería para después de misa. Ya no existe gente de bien como aquella, salvo en la mente de gente muy antigua y si quedara alguna, anda con cuidado porque tiene mucho peligro.

 

 

domingo, 26 de febrero de 2023

MADURO O AVINAGRADO





 

 MADURO O AVINAGRADO



“Creo que la madurez real, que la mayoría de nosotros nunca alcanza, es cuando te das cuenta de que no eres el centro del universo.”  Katherine Paterson

 

 Con todos los matices y objeciones que se le puedan poder,  podíamos resumir la vida de Tamames diciendo que nunca ha dejado de pelear, pero,  que constantemente fue cambiando las ideas por las que peleó.

"Cuando llegó la democracia, la frustración y el desencanto le llevaron a recular, huyendo de si mismo al galope a lo largo de todas las ideologías. Al final de la escapada ahora a los 89 años ha decidido degustar el único licor que le faltaba." Manuel Vicent

Muchas de las objeciones tal vez queden eliminadas teniendo en cuenta algo que he escuchado, en algunos de los múltiples cursos a los que asistí a lo largo de mi vida: que si en una frase aparece la conjunción adversativa “pero”, esta actúa en nuestro cerebro como una goma de borrar, eliminando todo lo que la precede, es decir, no cumple su función de nexo  enlazando palabras y oraciones, sino que genera una contraposición entre dos proposiciones.

 

También, en conversaciones coloquiales, he escuchado que con el paso de los años  a los hombres les ocurre igual que a los vinos: unos maduran y otros se avinagran. Esto me llevó a preguntarme, cuando leí la noticia sobre la que hoy escribe su  elocuente columna Manuel Vicent,  y que sigo preguntándome, lo siguiente:

 




¿Desde qué estado de ánimo tomaría la decisión el Sr. Tamames, desde la madurez o desde el avinagramiento?



DECIDIMOS EN FUNCIÓN DE LO QUE INTERPRETAMOS

 


En el vino la causa del avinagramiento es la fermentación acética. En los humanos, según  Almudena Moreno, doctora en Sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona y profesora titular de la Universidad de Valladolid, la causa por la que hay  hombres, que  no llegan a alcanzar la madurez es que  "no tienen referencias de cómo tienen que comportarse en el nuevo código social y cultural; esto se traduce en que asumen roles de “huida” y se refugian en un tiempo o momento vital que no les corresponden".

 

A lo largo que mi trayectoria vital he ido aprendiendo y consolidando que las personas, que yo considero maduras, rechazan con gran  intensidad las “milongas" (“mentiras, embustes, patrañas, trolas, paparruchas, bolas...”). Se  han  librado de muchos condicionamientos sociales hipócritas y manipulativos que llevan a renunciar a la individualidad y convertirse en hombre masa, indiferenciado. Valoran más la calidad y menos la cantidad, siendo más selectivos en los diversos aspectos de la vida, prefiriendo lo poco y bueno que lo mucho y malo. Se encuentran a gusto con personas con determinadas características culturales, intelectuales, motivacionales, etc. Han aprendido a dirigir su propia evolución.

"Puede que Tamames sueñe, como remate de su fértil biografía, con ofrecer una lección magistral para la historia, si bien corre el peligro de que todo acabe en un sainete ratonero sobre la unidad de España con la exaltada verborrea de cualquier falangista." Manuel Vicent

Esta última reflexión me lleva, una vez más,  a preguntarme:

 

¿Simpatiza el Sr.Tamames con las milongas de Vox, con sus mentiras y bulos, con su clasismo, con su patriotismo de pandereta, con sus motivaciones políticas,   con su filosofía de vida...?
 




¿Qué mueve al Sr. Tamames a aceptar semejante patraña: el egoismo propio de la juventud, o hacer valiosas aportaciones a los demás, propia de la madurez (me gusta lo que hago porque beneficia a mucha gente: Motivación trascendente)

 

Nos decía Hermann Hesse en su “Elogio de la vejez”:

 “Cuando uno envejece y ha realizado su obra, tiene en su mano el alegrase por la paz de la muerte. No necesita de las personas; las conoce y las ha visto lo suficiente. Lo que necesita es tranquilidad.”

 

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 Como siempre, a continuación, copio y pego la columna de Manuel Vicent para que la puedan leer los no abonados a El País, por no abrirle el enlace.

 

En mi opinión (respeto al que piense justamente lo contrario) lo que escribe Manuel Vicent es auténtica sabiduría, que debería llegar a todo el mundo. Yo con ello pretendo cumplir lo que digo en mi blog. “Actualmente, mi motivación básica es la trascendente (" Me gusta lo que hago porque beneficia a muchas personas"): Hacer de forma altruista mi pequeña aportación al desarrollo personal y profesional de las personas y a crear una sociedad más justa.”

 

Sigo siempre el mismo proceso: Como todos los lectores suscritos a El País,leo la columna de Vicent el domingo a la mañana cuando me despierto. La reflexiono, e inspirado en ella,  escribo mi comentario y, dos horas después,  lo publico en mi blog. Posteriormente, si tengo tiempo, le doy otra vuelta  y añado cosas que se me ocurren hasta dejarlo ya definitivamente terminado en mi blog.

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 COLUMNA


El precipicio

Puede que Tamames sueñe, como remate de su fértil biografía, con ofrecer una lección magistral para la historia, si bien corre el peligro de que todo acabe en un sainete ratonero sobre la unidad de España con la exaltada verborrea de cualquier falangista

 

MANUEL VICENT

26 FEB 2023 - 05:00 CET

En los años 50 del siglo pasado Ramón Tamames era un joven de mandíbula cuadrada, que cada día se escalaba a si mismo por la pared norte con una actividad compulsiva. Estudiaba, escribía libros, pintaba, esculpía, fabricaba muebles, tocaba el órgano, hacía deporte hasta el punto de permitirse el lujo de despeñarse por un precipicio en el que pudo haber terminado su biografía. En la universidad se coronó con premios extraordinarios sin dejar de participar en las luchas estudiantiles que le llevaron a la cárcel. Era un comunista críptico y un cristiano evangélico que iba a la caza del hombre nuevo y confesaba sus pecados de rodillas ante el cura Aguirre, futuro Duque de Alba. Cuando el 9 de abril de 1977 fue legalizado el Partido Comunista Ramón Tamames estaba en la sede recibiendo los primeros abrazos. ¿Cómo un chico de tan buena familia puede ser comunista?, se preguntaban algunas señoras de bien. En cambio, los camaradas se sentían orgullosos de su líder, un rojo homologable a escala europea, rico, inteligente e infatigable al que podían maginar con un campari en la mano. Cuando llegó la democracia, la frustración y el desencanto le llevaron a recular, huyendo de si mismo al galope a lo largo de todas las ideologías. Al final de la escapada ahora a los 89 años ha decidido degustar el único licor que le faltaba. Al grito de ¡la patria me necesita!, tal vez por orgullo intelectual ha aceptado ser el candidato de la extrema derecha en la moción de censura contra el Gobierno socialista. Puede que Tamames sueñe, como remate de su fértil biografía, con ofrecer una lección magistral para la historia, si bien corre el peligro de que todo acabe en un sainete ratonero sobre la unidad de España con la exaltada verborrea de cualquier falangista. La tribuna del Congreso es un precipicio muy peligroso en el que este formidable escalador de si mismo podría despeñarse.

https://elpais.com/opinion/2023-02-26/el-precipicio.html