domingo, 26 de mayo de 2024

Cuesta subir, duele bajar

 





Cuesta subir, duele bajar

 

Cuando, hace  ya muchos años,  empecé a hacer senderismo descubrí la sierra de San Mamede, cuyo punto más alto está en lo que la mayoría de los habitantes de la zona llaman  “O Santo”, y otros, matizando un poco más, “Fonte do Santo”. Está a una altitud de 1618 metros relativamente  cerca de la Estación de Esquí de Manzaneda. 

Allí descubrí que si la subida costaba mucho esfuerzo, la bajada, sobre todo si era por el corta fuegos y no por el camino (las dos posibilidades que hay de llegar desde Gabín y A Mogainza), era mucho más penosa. En una ocasión fuimos un amigo y yo y se me rompió la suela de uno de los tenis de senderismo, lo cual fue mucho más dificultoso llegar al destino.  

Los que invierten en la Bolsa, utilizan la metáfora contraria diciendo que  esta funciona subiendo por las escaleras y bajando en el ascensor.Cuando yo trabajaba,  a dos operarios de la misma empresa les tocó, en épocas distintas,  un premio millonario de la primitiva de entonces. Se fueron de la empresa y pasado el tiempo uno perdió todo su patrimonio, mientras que el otro, al parecer, lo incrementó.

Hoy la columna  de Manuel Vicent  (se puede leer en este mismo artículo, más abajo) aplica su reflexión a los catalanes:

“Al pie de ese monte sagrado a los independentistas catalanes les espera la realidad, la vida vulgar y heroica de cada día. A partir de ahora tendrán que aprender a bajar del Canigó con cuidado de no pisar alguna roca suelta que produzca una avalancha incontrolada y los lleve hasta el fondo del barranco.”

Nunca he estado en el Canigó, que ha sido inmortalizado en la literatura (poema épico de Jacinto Verdaguer) y que tiene para los catalanes un profundo sentido cultural y simbólico. Si he estado cientos de veces (creo no exagerar) la última con un amigo el verano pasado,  en la sierra de San Mamede y cada vez que la visité quedé profundamente impresionado de la majestuosidad de la misma. Con mis amigos me refiero a ella como ‘Naturaleza en Estado Puro’ y no es ninguna frase hecha  sino mi personal y sincera  percepción, ya no digamos nada de la del amigo que me acompañaba, nativo de la zona.  Cuando empecé, hace muchos años, a visitarla podía caminar durante horas por la misma y no encontrar ningún humano ni ningún  indicio de su paso por ella (entiéndase basura).

 No voy a abordar hoy el tema catalán,  ya me expresé en su día en este mismo blog en varios artículos y sigo pensando lo mismo. Aporto hoy, para las personas que estén interesadas en el tema,  el enlace de uno de ellos:  


EL PROCES MENTAL 

DE LOS SOBERANISTAS.

https://neuroforma.blogspot.com/2019/01/el-proces-mental-de-los-soberanistas.html

 


 

.........................................................................

 COLUMNA

i

Bajando del Canigó

Tras las pasadas elecciones a los independentistas catalanes les espera la realidad, la vida vulgar y heroica de cada día

MANUEL VICENT

26 MAY 2024 - 05:00 CEST

3

Cualquier alpinista experimentado sabe que muchas veces la verdadera complicación sucede, no al subir, sino al bajar de la montaña. El esfuerzo titánico que se realiza en la escalada tiene menos peligro que si no aciertas a poner el pie en su sitio durante la bajada. Esta experiencia de los montañeros se puede aplicar a los partidos independentistas de Cataluña que en las pasadas elecciones autonómicas han perdido la mayoría en votos y escaños por primera vez desde el inicio de la Transición y de momento han quedado perplejos cogidos a la brocha mirando el vacío en lo alto del monte del Canigó donde habitan los dioses que guardan los sueños de la patria catalana. Al pie de ese monte sagrado a los independentistas catalanes les espera la realidad, la vida vulgar y heroica de cada día. A partir de ahora tendrán que aprender a bajar del Canigó con cuidado de no pisar alguna roca suelta que produzca una avalancha incontrolada y los lleve hasta el fondo del barranco. Tal vez algunos no sepan o no quieran bajar a la realidad, pero esta puede ser tan hermosa como lo era aquella Cataluña alegre, dinámica y creativa que en medio de la dictadura nos redimía de una España casposa con una ligera brisa de libertad que llegaba de Europa. En aquella Barcelona de los años sesenta del siglo pasado estaban ya en la calle todos los mitos, todos los ritos de la modernidad y cada uno se sentía ya independiente a su manera. La independencia política, que al final solo es una palabra, llena de una dulce ebriedad el espíritu de quienes la sienten como un horizonte vital. Seguramente los independentistas están condenados a no poder renunciar a ella, aunque saben de sobra que se trata de una utopía. Al pie del monte sagrado están los ciudadanos cargados de problemas, gente subalterna y tributable que tiene la costumbre de comer tres veces al día y considera una hazaña llegar a fin de mes. Los independentistas han comenzado a bajar del monte Canigó. Bienvenidos a la realidad.

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario