sábado, 24 de mayo de 2025

LOS MAYORES 10: Anticipación social de la muerte-1



Anticipación social de la muerte

 

“Los cartujos no hablan. Su regla es el silencio. Solo cuando se cruzan por el claustro encapuchados hasta las cejas, con las manos metidas en la manga contraria del hábito se les está permitido saludarse con estas palabras mirándose de soslayo. Uno dice: “Hermano, morir tenemos”. Otro contesta:“Ya lo sabemos". ManuelVicent:  “Luz de vela”

 

 Si este diálogo se estableciera, en estos  tiempos actuales  como costumbre  en el colectivo de las personas mayores, que han pasado de ser respetadas a ser un estorbo,  además de un coste ¿insostenible? de sus pensiones, según sostienen  los predicadores  apocalípticos que abundan en la actualidad,   surgiría una tercera persona que añadiría:

¡Pero sin que nadie empuje!


El constructo cultural y social que las personas de nuestra época   se han formado sobre la vejez, considerándola como decadencia,  decrepitud y humanos instrumentalizados e inservibles, es la forma más sibilina de condicionar  e impedir a las personas que llegan a ella, el disfrutar de una vejez activa y gratificante. Los epítetos que se le aplican a los viejos  son potentes fuerzas que derriban la autoestima de cualquier persona humana. 

La percepción social de los viejos como seres debilitados cognitivamente es otro atentado a  su  autoestima,  la cual opera directamente sobre un potente término de la Psicología – “Indefensión aprendida”- y a su vez sobre otro dramático término de la sociología  -“Anticipación social de la muerte”-. Hacerse una idea falsa de la vejez, compuesta a través de prejuicios y estereotipos,  es una agresión a la identidad social de los viejos. No todos los viejos son vulnerables, dependientes e inútiles. Los prejuicios y estereotipos conducen a que muchos que aún no llegaron a la vejez ya empiecen e tenerle miedo a esta: 

La gerontofobia está más extendida de lo que creemos y es una forma eficaz de empujar.

 "Murieron porque se les denegó el derecho a la vida y a la salud. Se les discriminó por edad y por dónde vivían. Se consideró que si eran mayores, eran prescindibles. Insisto: no es posible llamarnos un Estado de Derecho sin que se haga justicia. Si no, estamos condenados a repetirlo. En la próxima pandemia volverá a pasar. Dejar morir a gente mayor sale gratis."[2]

 Hay en el ecosistema social actual, muchas formas de “empujar”: una de las más efectivas,  la conceptualiza la sociología llamándole:

“Anticipación social de la muerte”.

 Vamos, para entender el concepto,  recurrir a la imaginación y desde ella diseñar el siguiente experimento mental:

1.     Seleccionamos 80 ancianos, de la misma edad y con igual grado de salud física y mental.

2.    Los dividimos en dos grupos y los ingresamos cada uno de los grupos en dos residencias distintas.

3.    Ambas residencias son similares en lo referente a la comida y  las condiciones ambientales. Lo que si varía, significativamente,  es el trato que le dan las personas que se ocupan de cuidar  a los componentes de cada uno de los grupos de ancianos. Los cuidadores del grupo 1 recibieron instrucciones de que los trataran como personas mayores con muchas deficiencias que les complicaban  mucho su autonomía y la vida en general. Los cuidadores del grupo 2 recibieron instrucciones de que los dejaran a su aire, moviéndose con  libertad y sin estar  permanentemente encima de ellos.

4.    Supongamos que un anciano del grupo 1 se cae  en el suelo de la sala. Un cuidador/a se dirige a él con premura y le reprocha que se mueva como si fuese una persona joven: “Tiene usted que tener mucho cuidado. Ud, ya es muy mayor y no  puede moverse así con esa soltura".

5Si se cae uno del grupo 2, se acerca un cuidador/a, lo levanta del suelo, y acto seguido, frotando un pie en el piso le dice al anciano: “Que horror, el suelo está muy resbaladizo. Voy hablar con lo persona que lo ha limpiado para que lo seque más a conciencia.”

 

El mensaje que le llega a la persona del grupo 1 es que la culpa de caerse es suya (interna)  que ya está muy limitado. El mensaje que le llega a la persona del grupo 2 es que la causa es externa, suelo resbaladizo y deficientemente seco.

 

Los mayores del grupo 1 no  solo tendrán un bienestar inferior al del grupo 2, sino que su autoeficacia quedará dañada, con todo lo que ello supone.

Entendemos la autoeficacia como la estimación de la probabilidad subjetiva de realizar una acción con éxito; es la expectativa de que se puede alcanzar con éxito una conducta que es necesaria para lograr un objetivo. Ante un objetivo que  hayamos establecido, lo primero que hacemos es calcular,  subjetivamente, las probabilidades que tenemos de alcanzarlo. Si no nos vemos auto eficaces para lograrlo, nos boicoteamos a nosotros mismos, por lo que lo primero sería tratar de sacarnos de la cabeza esa auto creencia.

 

La autoeficacia influye en la decisión de emprender la acción, en el nivel de esfuerzo implicado y en la persistencia de la conducta. Es fundamental para obtener éxito en la ejecución de una tarea y pone de relieve que no es suficiente con tener las habilidades necesarias: dos personas con las mismas habilidades o competencias para realizar una tarea pueden tener un rendimiento totalmente diferente en función de su autoeficacia, lo cual determinará el grado de motivación y el nivel de esfuerzo que aplicará a la realización de la misma.

Además de afectar a la motivación, la autoeficacia también afecta al bienestar psicológico, a la cantidad de estrés y depresión que una persona puede tolerar y al establecimiento personal de objetivos, de tal forma que, cuanto mayor sea la autoeficacia o “expectativa de eficacia personal”, más altos serán los objetivos que se marque una persona y mayor el compromiso y la implicación con ellos. Cuanto mayor sea la autoeficacia, mayor será el esfuerzo que pondrá una persona en conseguir los objetivos. Así de este modo la autoeficacia actúa como un motivador para la acción y facilita la adaptación a un determinado contexto.

 

Las personas el grupo 1 no solamente tendrán un envejecimiento más complicado que los del grupo 2, sino que, además,  es probable que acaben muriéndose unos  años antes que los del grupo 2. De aquí viene lo de la “anticipación social de la muerte".

 La autoeficacia tiene una gran incidencias en todo a lo largo del ciclo vital de las personas, pero, sobre todo, es muy importante en la vejez. Las personas que no llegaron a la edad de viejos, suelen desconfiar de las percepciones y de los criterios de los mayores. Al mismo tiempo, estos también empiezan a ser conscientes de que su mundo cognitivo es de distinta calidad  del que disfrutaban cuando eran más jóvenes. Generalizar estás creencias y ponerlas en práctica con todos los mayores en general, lleva inexorablemente a que estos últimos tengan su autoeficacia por los suelos. Su nivel de adaptación a su vejez y a las circunstancias derivadas de la misma. Si su meta era vivir los años que les quedan por delante con un determinado nivel de bienestar, después de estas “terapias” las probabilidades subjetivas que calculan anticipadamente de lograrlo, son nulas, bajan sus expectativas y se consolida el fenómeno de la profecía cumplida.


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el edadismo se refiere a la forma de pensar -estereotipos-, sentir -prejuicios- y actuar -discriminación- con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad.

 Un  dramático  caso de Discriminación de los mayores  

  “A mediados de marzo de 2020, los mayores quedaron atrapados en las residencias. El coronavirus comienza a aniquilarlos por miles, pero no hay espacio para ellos en los hospitales de Madrid porque las autoridades han recomendado a los médicos reservar las camas para el resto de la población. En una pequeña sala de un hospital a las afueras un grupo de médicos piensa que esta decisión es horrible y prepara una respuesta. Este relato periodístico indaga en el dolor de los afectados y muestra, con material inédito, la actuación de los políticos que estaban al mando durante aquellos días” [3]

 Sin la  ética del cuidado volvemos a las cavernas

 Si te interesa el tema y quieres profundizar, te invito a leer y reflexionar pinchando en el título siguiente: 

 El pilar del  CUIDADO

https://draft.blogger.com/blog/post/edit/8615013334320974582/3037712878605047999

 Referencias Bibliográficas

 ManuelVicent., “Luz de vela”: https://elpais.com/elpais/2018/10/13/opinion/1539442223_742924.html

 [2] Amnistía Internacional exige reabrir los casos archivados de los muertos por Covid en residencias. PABLO RECIO / LAURA MORO

JUEVES 26 DE ENERO DE 2023

https://www.65ymas.com/actualidad/amnistia-internacional-reabrir-muertes-covid-residencias_47273_102.html

 [3]https://elpais.com/especiales/2021/covid-19-en-las-residencias-de-ancianos/      Podcast: Puedes escucharlo aquí: 

https://elpais.com/especiales/2021/covid-19-en-las-residencias-de-ancianos/    

Si te interesa el tema y quieres profundizar, te invito a leer y reflexionar pinchando en el título siguiente: 

Podcast: Puedes escucharlo aquí

.........................................................................................................................................................

COLUMNA: MANUEL VICENT

 Columna


No cambies de canal

La indiferencia ante la barbarie también se da frente a la matanza de Gaza. La muerte es una costumbre

 El filósofo Theodor Adorno dijo que después de Auschwitz era ya imposible escribir poesía. No solo poesía, pienso yo; también era imposible creer en el Dios de los cristianos, cuyo silencio le metió la duda bajo la mitra incluso al propio papa Ratzinger, quien, en su visita a ese campo de exterminio realizó la famosa pregunta: ”¿Dónde estabas, Señor, cuando sucedieron estas cosas?“. La pregunta es la misma que se formula hoy la mayoría de espectadores al contemplar en los telediarios en vivo y en directo la matanza sistemática, programada, inmisericorde de niños, mujeres y ancianos palestinos de Gaza a cargo del Ejército israelí guiado en su propósito por el más fiero Yahvé reencarnado en el diabólico Netanyahu. Como respuesta, unos espectadores cambian de canal, otros apagan la televisión, son muy pocos los que resisten esas terribles imágenes de la masacre, pero les bastará esperar un poco para ver a esas criaturas destrozadas, a esos cientos de hambrientos agolpados gritando su hambre con un cazo en la mano, envueltas con anuncios de restaurantes, de playas repletas de cuerpos felices dándose crema solar. En una de mis visitas al campo de concentración de Mauthausen coincidí con la excursión de unos colegiales adolescentes. Llegaron empujándose unos a otros y entraron en tropel bromeando en la cámara de gas. Ni siquiera allí dentro cesaron sus risas. Durante las explicaciones del guía, algunos incluso bostezaban. Fuera de la cámara de gas, ante una pared cubierta de fotografías de aquel exterminio, un anciano solitario lloraba de rodillas. Luego descubrí que en uno de los hornos crematorios lleno de telarañas alguien había arrojado una botella de Coca-Cola, tamaño familiar. Esa indiferencia también se da frente a la matanza de Gaza. La muerte es una costumbre. Pero los misiles israelíes que caen sobre las mujeres y niños caen también sobre nuestra conciencia, y si no lloras como lloraba aquel hombre solitario de Mauthausen ante las imágenes de esta masacre es que estás muerto.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario