CONSTRUYENDO LÍDERES 8
Auto Conocimiento
Conociendo
a Jorge
Si te interesa el tema aporto el siguiente, video que te clarificará un poco más
el contexto del liderazgo al que puedes acceder a través del siguiente enlace:
O pinchando directamente en la imagen del video siguiente:
Juan, estaba entusiasmado con la incorporación de Jorge Monte. No quería manifestarlo, pero, lo cierto, es que estaba un poco harto de Antonio Ferro; ¡menos mal que ya se jubilaba! Desde hacía ya algún tiempo, manifestaba que su estado era lo que él llamaba “despido interior” y ya no se implicaba en nada, limitándose a una presencia física para ir tirando, con la ley del mínimo esfuerzo, y con su mente en otro lugar, muy diferente al día a día de su sección.
Esto le ayudaba a tomar conciencia de lo importante que son las
expectativas como herramienta de influencia. En donde no hay expectativas no se
puede exigir rendimiento.
Quería sacar de Jorge lo mejor de sí mismo y para
ello era consciente de que tenía que
conocerlo, por lo que lo observaba y estaba muy pendiente de lo que decía. Así,
pasado algún tiempo, pudo darse cuenta de que le gustaba cierta independencia y libertad, que era muy
curioso, que realmente le gustaban los cambios y la novedad y que rápidamente
relacionaba distintos hechos y acontecimientos teniendo una composición de
lugar de lo que ocurría.
Observándolo
actuar con sus colaboradores, Juan se dio cuenta de que Jorge trataba a estos
con naturalidad y tratando de comprenderlos y cooperar con ellos, hasta tal
punto de que ya alguno había manifestado que “las cosas están cambiando”.
Realmente Jorge era sociable y expresivo, a la vez que entusiasta e inspirador.
En
una ocasión Jaime le había manifestado a Juan, que un líder siempre necesita de
un equipo para tener éxito. También le había dicho que
Confianza+Esperanza+Transparencia = Equipo Motivado.
Juan observaba que Jorge era coherente, que obraba en función de lo que
decía. Era así como empezaba a motivar a su equipo: trasmitiendo confianza
basada en su autenticidad, manteniendo una esperanza en el futuro y siendo
transparente.
Comparándolo
consigo mismo, Juan se daba cuenta que
tenía algunas cosas en común con Jorge y otras muy diferentes. Así,
Juan se consideraba a sí mismo como
meticuloso, que le gustaba la rutina más que los cambios, le gustaba el control
y la planificación y sobre todo el
respeto de las reglas. Valoraba mucho el proceso, la estabilidad y el orden.
Todas estas observaciones sueltas, tanto de sí mismo como de Jorge, como de otras personas y colaboradores, Juan no sabía integrarlas en un modelo que le ayudase a explicar un poco más ampliamente como eran cada uno para poder hacer inferencias acertadas con respecto a otros aspectos. Era, ahora, cuándo se acordaba y daba valor a cosas que había escuchado en cursos a los que había asistido y que en su momento no le dio mucha importancia.
Le venía ahora a la
memoria que en uno de ellos, ya no recordaba de que iba, pero sí que le habían
dicho que “nuestro viaje comienza con el
conocimiento y comprensión de uno mismo; después se dirige a conocer y entender
a los demás y finalmente conectar con ellos”.
Con respecto a Jorge, el “wi-fi emocional” de Juan captaba buenas vibraciones, (lo que me gusta) tal vez ello quería decir que eran semejantes en muchas cosas. Pero ahora, también captaba que en otras cosas no era como él, por lo que necesitaba (me conviene) entenderle.
Entender sus:
expectativas,
necesidades,
motivaciones
prioridades.
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15-06-2025
COLUMNA: MANUEL VICENT
El político corrupto se ve forzado a predicar contra la corrupción de forma obsesiva para disimular que está de mierda hasta el cuello
Pienso que ser un político corrupto es mucho más incómodo, laborioso y complicado que ser un político honrado. En el fondo, la honradez es mucho más agradable y más sencilla de llevar. Se trata de cumplir con tu deber y de vivir cada día de forma que te permita dormir a pierna suelta con la conciencia tranquila; en cambio, el político corrupto, antes que nada, es atacado por el virus de la codicia que le mantiene nervioso e insomne dando vueltas en la cama hasta que llega el día en que se siente impune dentro de la burbuja del poder y pensando que es muy fácil y que nadie le va a pillar, porque se cree muy listo, alarga el brazo más que la manga hacia ese dinero sucio que pasa por delante. En seguida empiezan los problemas. Una vez trincado, descubre que el dinero le quema en las manos. Tiene que imaginar dónde lo esconde, si emparedado entre dos tabiques, o bajo un ladrillo en el sótano, o enterrado en el jardín. Sabe que existen perros especialistas en detectar con el olfato los billetes de banco; que el móvil que lleva en el bolsillo lo sabe todo de su vida y ha seguido sus pasos como el sabueso y que a través de un satélite hoy la Policía es capaz de contar los pelos dentro de su nariz. No puede gastar ese dinero alegremente porque su nuevo tren de vida levantaría sospechas y lo delataría. La paranoia de haberse enriquecido ilícitamente empieza por erosionarlo por dentro. El político corrupto se ve forzado a predicar contra la corrupción de forma obsesiva para disimular que está de mierda hasta el cuello, de modo que cada palabra daña su pensamiento y con ella traiciona a su jefe, destruye a su partido, humilla a sus militantes y el hecho de llevar una doble vida hace que no pueda resistir su propia mirada a la hora de afeitarse ante el espejo. Si la corrupción la cometen unos políticos del partido socialista, como acaba de suceder, y si encima la realizan de forma burda, chusca, cutre, como una película española de bingueros, rompe y acaba con todos los sueños.
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