lunes, 10 de agosto de 2020

EJEMPLARIDAD: Ciudadanos normales versus políticos anormales

 

  




EJEMPLARIDAD

Ciudadano normales versus  políticos anormales

(entiéndase los términos “normales” y “anormales” en el contexto estadístico de normalidad).

 

El ciudadano normal y corriente no se para a hacer sesudos y racionales análisis políticos de lo que está pasando, pero, ello no quiere decir que le traiga al pairo la situación y la movida que se traen los políticos. Entre otras cosas,  porque estos, los políticos, por muy incompetentes, amorales y otras características similares que puedan tener, toman decisiones que afectan a sus bolsillos, a los de los políticos,  y a los nuestros, a los de los ciudadanos normales y corrientes. Estas decisiones que toman siempre van en el mismo sentido: Según el tipo de políticos de que hablemos, se trata de Mejorar las  condiciones de vida de los políticos y, a la vez, empeorar las condiciones de vida de los ciudadanos normales y corrientes. Dichos de forma didáctica: Llenar los bolsillos  de este tipo de políticos y aligerar los bolsillos de los ciudadanos normales. Ante semejante situación,  nadie dice "me la trae al pairo" y le deja indiferente e inmutable:  todo lo contrario, genera en algunos indignación e ira y en otros un pernicioso resentimiento. 

 

Sensaciones: 

La sabiduría de las vísceras

 

Las vísceras (Antoine Bechara,  nos dice que “cualquier decisión que carezca del elemento emocional, podría implicar consecuencias negativas”) [1]  de los ciudadanos normales y corrientes nos comunican  que por mucho teatro que hagan los unos y los otros,  al final,  en cuestiones de fondo,  todos coinciden. La discrepancia dialéctica a la que nos tienen acostumbrados, es pura y llana palabrería. Un teatrillo, desarrollado por unos pésimos actores,  que hacen sonrojar a los espectadores como señal inequívoca de la vergüenza ajena que sienten.  

 Hay muchos ciudadanos, normales y corrientes,  que zanjan cualquier discusión sobre política con el estribillo de “son todos iguales”.  Otros muchos ciudadanos normales y corrientes nos resistimos a creerlo. No sé si los primeros tienen razones y argumentos de peso para amparar su afirmación pues no los exponen. Los   segundos, normalmente,  asumimos la máxima  bíblica de “por sus hechos los conoceréis”.

 

 La sabiduría de las vísceras pone de relieve  que ante hechos esenciales, cada vez se confirma más fehacientemente lo de  “todos son iguais”, en galego,  y,  además,  seguido de  ¡Qué carallo! para expresar ya no una sensación sino una pura emoción de indignación e ira [2].


Ira y resentimiento


 

La idea del darwinismo de la supervivencia del más apto, tal vez podemos enunciarla, hoy en día,  así:

“Superviven los  indignados, se extinguen los resentidos”

  Hay bastante unanimidad, por parte de los expertos, en indicar que la indignación es una  emoción “vitalizadora”,  vinculada a la  percepción de injusticia y a la ira. La injusticia atenta contra la sociedad que tenemos montada. Sin justicia no hay libertad.  Con  la ira, sentimos rabia, enojo, furia e irritabilidad. La sangre fluye a las manos y se incrementa el ritmo cardíaco y el nivel de adrenalina. Se prepara el organismo para realizar una acción  enérgica que restaure la situación eliminando la injusticia.

“¿Por qué? preguntará tal vez un lector estricto. Porque si no lo hace se caerá el edificio. ¿Por qué tenemos que tener derechos y respetarlos? Porque, de lo contrario, no tendremos felicidad pública, ni paz, ni justicia, ni libertad. La historia de las invenciones morales había llegado por muchos caminos a esta conclusión.” (MARINA, José Antonio y DE LA VÁLGOMA María (1999): La lucha por la dignidad. Teoría de la felicidad política. Editorial Anagrama, S.A., Segunda edición. Barcelona 2001,    p.213)

 Si no lo hacemos así,  acabaremos en el  resentimiento (no adaptativo), el cual, en palabras de Scheler: “Es una autointoxicación psíquica que surge al reprimir sistemáticamente la descarga de ciertas emociones normales y pertenecientes al fondo de la naturaleza humana” (SCHELER, Max.: El resentimiento en la moral. Editorial: S.L. CAPARROS EDITORES. 1993) 

Hay también muchas evidencias de que crece como los contagios del virus, el número de personas afectadas por el resentimiento. 


El  coctel del resentimiento [3], con todos y cada uno de sus ingredientes, es una mezcla que nos “emborracha”, nubla nuestro raciocinio no facilitándonos una vida saludable. Tiene un alto coste emocional y físico para quien lo lleva encima impidiéndole sentirse libre, con la sensación de que controla su vida, con proactividad y sentido de logro. Va por la vida sintiéndose víctima con todos los sentimientos negativos que ello conlleva.

 La paradoja  que se da en el resentido es que acompaña la sed de venganza con el juicio de impotencia de llevarla a cabo: se siente impotente ante el otro. No hay posibilidades (facticidad) pues de restablecer el sentimiento del propio valer ofendido, la satisfacción del daño sufrido o restaurar el honor ofendido. 

 La represión ejercida sobre una sed de venganza que lleva a la sensación de que “no hay nada que hacer” “hay que someterse”, “así es la vida”, etc., es la que lleva al resentimiento, el cual, según Nietzsche: “Es la emoción del esclavo, no porque el esclavo sea resentido, sino porque quien vive en el resentimiento, vive en la esclavitud”.  

 


 La injusticia y la falta de equidad generan ira para enfrentarse a la situación y solucionarla.  No es adaptativa ni soluciona nada, la ira farisaica, entre otras cosas porque no es creíble, y la simulamos ante situaciones que desde un análisis racional no podrían etiquetarse de "injustas". Proliferan tanto estas situaciones que la auténtica ira está evolucionando a una ira farisaica que no soluciona nada. Debemos considerar aquí que conservamos las mismas emociones que nuestros más remotos antepasados. Apenas han variado a lo largo de la evolución. Lo que sí ha evolucionado es la forma en que las manifestamos y, también, la forma en que las satisfacemos.  Podemos sentir ira hacia alguien  y no por ello atacarlo hasta seccionarle la yugular. Darwin sostenía que somos los descendientes de los antepasados que utilizaron la reacción (actuar ante situaciones determinadas de formas instintiva guiados por la emoción) con éxito y sobrevivieron, a diferencia de los que no lo hicieron. Esto nos trajo hasta aquí, con unas emociones que nuestros antepasados seleccionaron muy bien pagando un alto precio en ese aprendizaje. Y aquí estamos nosotros con unas necesidades emocionales y una lógica de las emociones.

 Si a la situación de injusticia le añadimos la percepción de que los políticos “son todos  iguales” genera resentimiento y este, nos lleva  a entender que los ciudadanos estamos entre la espada y la pared,  conduciéndonos a la “indefensión aprendida” la cual nos impide actuar ante situaciones injustas, transformando la proactividad en pasividad. No se solucionan así situaciones claramente injustas que nos afectan muy mucho, por ejemplo, dejar que nos roben parte de nuestras pensiones ganadas a pulso,  revalorizándolas, no con el IPC,  sino con el 0,25%.  (Para ser consecuente con la cabecera de este artículo: "Una opinión, sin un argumento  que la respalde, no vale de mucho", invito a leer los argumentos aportados a la opinión "situaciones claramente injustas" referidas a las pensiones, los siguientes artículos que se relacionan abajo sobre las pensiones)


 No todos son iguales

  Tenemos que desterrar, por las graves consecuencias sociales, psicológicas, económicas, etc. que genera, el relato de que “todos los políticos son iguales”.

 La cuestión clave pasa a ser, en consecuencia,  dar una respuesta racional a las siguientes preguntas:

 

 ¿Por qué, cuando se trata de tomar decisiones esenciales, todos los políticos que gobiernan actúan de la misma manera? 

 ¿Será, tal vez, que no tienen ninguna otra opción?

 ¿Podemos confirmar el hecho de que  acceder al gobierno supone tener que obedecer a otras instancias de diversa índole, sí o sí?

 ¿Si esto fuese así, estaríamos viviendo en una democracia?

 Claro que,  si es así, siempre tendrían la opción de renunciar a gobernar en estas condiciones  y dedicarse a la profesión de políticos en la oposición o a cualquier otro oficio. 

 Somos conscientes de que el poder causa adicción y renunciar a sus privilegios se hace muy duro...    

 Que se lo pregunten sino a Piero Rocchini, que trabajó durante 9 años como psicólogo en la Asamblea italiana, en el puesto de Consejero de psicología clínica de la Cámara de los diputados, escribió un libro titulado "La neurosis del Poder", publicado por Alianza Editorial, 1993. Su lectura nos da claves para entender lo que está pasando en la política española hoy. De sus sesiones de psicoterapia con muchos diputados, sintetizo algunos de los diálogos:

- Psicólogo: ¿Se siente satisfecho de su vida?

- Diputado: Satisfecho como el que siempre tiene miedo. Mientras cuente en el partido, soy un dios; pero si me dan de lado, no soy nadie.

- Psicólogo: ¿Es una madre exigente el partido?

- Diputado: Pero con los que se han convertido en alguien. Hay que pasar por la experiencia, para comprender esa sensación. El partido te da oportunidades, te mantiene, resuelve tus problemas, pero no puedes decirle no.

En el libro  Rochinni escribe una máxima que es repetida entre los diputados italianos: “La madre, la leche nos ha dado / ¡el resto nos lo da el partido! Ver más [4]. 

 ¿Qué opciones tienen muchos diputados, que solamente se dedicaron a la política, si el partido les da de lado, de dedicarse a otra cosa que les garantice el mismo estatus?

 

 Ejemplaridad

 Una de las premisas fundamentales para que una sociedad funcione con cierta normalidad, es la siguiente:

 “Compromiso e implicación visible de las personas de autoridad, en general, y de los políticos, en particular.”

 El ‘compromiso visible’ se traduce en lo siguiente:

 Más hacer (hechos)  y menos decir (demagogia): Hacer  las cosas bien.

 Hacer y que todos vean lo que se hace: Los ciudadanos  deben sentir que los políticos  buscan y tienen  voluntad de hacer las cosas bien y que la sociedad prospere.

Hacer, que se  vea que lo que los políticos hacen, y que son creíbles: Los ciudadanos  deben sentir que los políticos, en general, buscan el bien común por encima de cualquier bien particular (incluido aquí en incrementar su patrimonio personal).

Soy consciente de que a muchos esto puede sonarles a la más pura y angelical utopía. No olvidemos que muchas utopías pasadas fueron, con el tiempo, realidades presentes.

 

Si no hay ejemplaridad desde arriba, no hay implicación desde abajo.

Aspiramos a que "todos los políticos sean iguales" en           EJEMPLARIDAD


[1] EL REGRESO DE PEDRO SÁNCHEZ:

 EL VALOR DE LA PREDICCIÓN

https://neuroforma.blogspot.com/2016/12/el-regreso-de-pedro-sanchez-el-valor.html

[2] ¿INDIGNADOS O RESENTIDOS?: CAMBIO DE PREGUNTAS 3

https://neuroforma.blogspot.com/2017/05/cambio-de-preguntas-3-respuesta-es.html

 

[3] ¿INDIGNADOS O RESENTIDOS? (2)

https://neuroforma.blogspot.com/2017/06/cambio-depreguntas-4-cambiar-de.html

 [4] A PROPÓSITO DE BORRELL

https://neuroforma.blogspot.com/2019/01/a-proposito-de-borrel.html

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SOBRE LAS PENSIONES: 

-El pilar de la EQUIDAD

https://neuroforma.blogspot.com/2020/04/los-seis-pilares-de-la-moral-4-equidad.html

-ACOSO A LOS PENSIONISTAS

https://neuroforma.blogspot.com/2020/06/acoso-los-pensionistas.html

-LA PESADILLA DE LAS PENSIONES

https://neuroforma.blogspot.com/2018/03/la-pesadilla-de-las-pensiones-opiniones.html

-EL APOCALIPSIS DE LAS PENSIONES

https://neuroforma.blogspot.com/2019/04/mayores-6-el-apocalipsis-de-las.html

-MAYORES 5: MORIR SIN QUE NADIE EMPUJE

 https://neuroforma.blogspot.com/2018/10/mayores-5-morir-sin-que-nadie-empuje.html

-La RACIONALIDAD y la RAZONABILIDAD de los políticos

https://neuroforma.blogspot.com/2019/11/la-racionalidad-y-la-razonabilidad-de.html

-¿VOTO RACIONAL O VOTO EMOCIONAL?

https://neuroforma.blogspot.com/2019/05/voto-racional-o-voto-emocional-nuestro.htm




sábado, 25 de julio de 2020

LA PESADILLA DE LAS MASCARILLAS




    La pesadilla de las mascarillas:      
De las normas absurdas al absurdo de las normas


“Pocas personas son capaces de demostrar un principio de ética común cuando su deliberación está envenenada de emociones.” 
"A sangre fría" (1966), Truman Capote

Opiniones


Se escuchan por doquier muchas opiniones emocionales tratando de justificar que no deben utilizarse las mascarillas. Se escuchan, también, de forma más selectiva, opiniones racionales expuestas a través de argumentos razonables [1],  justificando el uso de las mismas mascarillas.

Algunos ejemplos:

1.     “El Diario Oficial de Galicia resuelve una de las grandes dudas desde la reapertura de los locales de hostelería. ¿Es obligatorio estar con la mascarilla puesta en terrazas, bares y restaurantes? La respuestas es sí y solo podrá ser retirada en el momento de la consumición -«no momento específico do consumo», apunta el DOG-. Por lo tanto, tendrá que volver a colocarse el resto del tiempo que se permanezca en el local.” [2]. 


       Un poco de humor.  Hagamos un paréntesis para digerir mejor esta noticia y no nos atragantemos

 El humor no viene mal, ayuda a relativizar y no dramatizar en exceso las situaciones. Tomarse la vida con algo más de humor, ayuda  a adaptarte mejor a las situaciones complicadas.

      Ver Video:
                         https://www.facebook.com/julio.iglesiasrodriguez.3/videos/10207332273580429/                              








2.     





“La posibilidad de transmisión del virus en la calle es muy limitada y no hay nada que justifique que 40 millones de personas vayan por la calle con mascarilla” Jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d’ Hebrón [3]

3.     “Los brotes que tenemos tienen poco que ver con el uso de las mascarillas, y aun utilizándolas seguirá habiendo brotes, porque el virus está”. Jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d’ Hebrón [4]

Se escuchan por doquiera opiniones viscerales contra el gobierno acerca de lo absurdas que son  las normas que nos dan los políticos (se enmascaran en los "científicos") para proteger a los demás y a nosotros mismos del famoso virus. Se escuchan, también, de forma más selectiva,  opiniones ponderadas y sostenidas desde el sentido común [5],  sobre el papel del gobierno en el manejo de la pandemia.

 El vínculo que se da entre lo emocional y lo racional [6] debería ser analizado por nuestros políticos (sin enmascararse, entendiendo el término no en su primera acepción: "Cubrir el rostro con máscara": se supone que para analizar tendrán que reunirse y por tanto deben ponerse la máscara, sino en la segunda: "Encubrir o disimular algo")y sacar las conclusiones oportunas del comportamiento de las personas ante esta pandemia que nos acosa por todos los frentes. Llegarían,  así, a entender racionalmente por qué unas personas reaccionan a sus mensajes positivamente,  mientras que  gran número de ciudadanos reaccionan negativamente.


Normas

 En general, todos estamos de acuerdo en que para vivir en sociedad,  requerimos de normas que guíen y orienten nuestro comportamiento en las situaciones sociales que compartimos con otros. 


También, en general, criticamos y nos saltamos aquellas normas que tenemos que seguir y no comprendemos su utilidad.  La cosa sube un poco más de temperatura cuando nos imponen una norma que sea imposible de cumplir. Si a principios de marzo,  nos impusieran llevar siempre mascarillas, cuando estas eran escasas o inexistentes en el mercado, llegaríamos a la sublevación, y observaríamos o formaríamos parte de grupos de personas civiles contra la autoridad emisora de la norma.

Hay normas draconianas, excesivamente severas; hay normas estúpidas, sin sentido;  hay normas inútiles, inaplicables. Son herramientas muy eficaces para crear confusión, malestar,  y bajadas de moral de las personas que las sufren. Terminan generando rechazo y resentimiento hacia las figuras de autoridad [5].

Hay, también, normas útiles, normas eficaces que nos llevan a crear contextos  óptimos para conseguir el fin que pretenden, normas flexibles adaptadas a los cambiantes contextos. 

Son herramientas eficaces en crear situaciones de profesionalidad y eficiencia con lo que se logran entornos de bienestar personal y productividad y eficiencia grupal.

He formado a muchas personas (estudiantes de másteres, directivos de multinacionales, ejecutivos, mandos, etc.)  en la prevención de riesgos laborales,  en general,  y sobre todo en riesgos psicosociales,  en particular. Partíamos de la premisa de que para que un sistema se encuentre en una lógica de mejora continua ( y no de retrocesos como nos está ocurriendo ahora) es esencial controlar su aplicación y garantizar un feedback eficaz. Desde un punto de vista práctico, proporcionaba a la dirección de las empresas,  una metodología eficaz para la observación de los comportamientos  inseguros, además de darles herramientas para comunicarse con los colaboradores de forma positiva con el propósito de obtener su compromiso para mejorar su comportamiento, al tiempo que permitía identificar procedimientos y normas erróneos o inaplicables.





Desarrollamos, en dicha formación,  un módulo sobre las normas del cual hago la siguiente síntesis:

Las normas son fundamentales para generar  un contexto que favorezca la autonomía y la iniciativa responsable. 


Para ello no vale cualquier norma absurda,  sino normas que cumplan determinados requisitos, normas que se atengan a determinadas condiciones (a ver si para cobrar el dinero asignado por Europa, esta nos  tiene que condicionarlo al cumplimiento de unas normas redactadas por ellos y llevarnos de la manita, como a los niños, para la lucha contra el SARS-CoV-2 ) ¡Hasta ahí podríamos llegar!, pero, que ¡nadie se extrañe si llegamos!

Y ya que hablamos de Europa, recordar, que a día de hoy,  Francia obligará a utilizar mascarillas sólo en lugares públicos cerrados a partir de agosto, como hacen  Alemania, Italia y otros. En Inglaterra sólo es obligatoria en el transporte, los supermercados y las tiendas, y los países nórdicos se limitan a recomendar su uso en espacios cerrados.

Nuestros políticos  tienen que abandonar comportamientos de rebaño o manada,  lo que en nuestro país llamamos lisa y llanamente borreguismo,  y coger las riendas de la situación. Con el ejemplo que nos están dando,  no resultan raros ni extraños muchos de los comportamientos  borreguiles que observados en los ciudadanos.

Cuando una norma es norma


Para que las normas sean eficaces requieren que cumplan una serie de condiciones:

Lo primero, tienen que ser útiles:

Especifican los valores comunes de la comunidad, entre los cuales está, en este caso,  la seguridad e integridad física; se relaciona con los objetivos que pretenden conseguir, en este caso que nadie se infecte del Covid- 19,  para lo cual es imprescindible proteger a los demás y protegerse cada cual a sí mismo;  fomentan la cohesión del colectivo (en este caso no logrado, sino todo lo contrario: generan múltiples conflictos, desencuentros y divisiones); incrementan la implicación de las personas,  aclarándole el marco general de actuación y las iniciativas que pueden tomar por sí mismos (al igual que el anterior, todo lo contrario); ante casos de desavenencias o conflictos, sirven de referencia (en nuestro caso sirven para avivar las desavenencias y echar más leña al fuego)

 Ser útiles también significa que  suponen  una ayuda que facilite el cumplimento del objetivo que se persigue.




Si realmente se prioriza la salud  (perdón por el sarcasmo), por qué no ponen otra norma más acerca de las condiciones en que muchas personas llevan las máscaras. En muchos casos lo que llevan es un “trapo sucio” lleno de microbios y demás patógenos (tesis que defiende con ardor un amigo mío), debido al excesivo uso en tiempo de utilización de la máscara, y debido, en último término al coste económico que estas suponen.
Si realmente se prioriza la salud (perdón por el sarcasmo) : 
¿cómo puede ser que tengan un IVA del 21 %

Invito al lector a que haga la siguiente encuesta: Preguntar a un número aleatorio de personas lo siguiente: ¿Para qué llevas la mascarilla? Seguidamente, cuando la nuestra tenga un número de personas significativamente estadístico, haga un recuento que cuantos contestaron, en primer lugar,  “para proteger a los demás” y cuantos contestaron, también en primer lugar,  “para protegerme a mí mismo”.

Nota: Restringir la muestra a una "población normal", dejando fuera de la misma a los políticos, pues ya sabemos su respuestas ("pensar en los otros"), y sus intenciones y hechos (van estrictamente a lo suyo: Ejemplo paradigmático aquella declaración de un conocido por todos: "voy a la política a hacerme rico")

Una cosa es pensar solo en uno mismo  y otra, diferente,  es pensar en colectivo.






Lo segundo, tienen que ser eficaces:
Para esto lo primero tienen que ser aplicables, es preferibles la ausencia de normas a normas inaplicables.
Lo tercero, protectoras de tal forma que supongan una ayuda sin atemorizar a nadie.
Lo cuarto, contractual. Compromiso recíproco de todos.
Lo quinto y último, flexibles:
Revisables de forma inteligente en función de la evolución del contexto.
Resumiendo:
 Una norma es tal si cumple lo siguiente:
Está escrita, es apropiada y aplicable, es comunicada, revisada periódicamente y puesta en práctica de manera uniforme.



¿En qué medida se ajustan, según tu opinión, las normas que seguimos para el control de la epidemia, a las anteriores premisas? 



Cuando una norma deja de ser  norma


Cuando es conocida por algunos pero no por todos, cuando se establece, pero no por escrito ni es comunicada, cuando se puede leer pero no se entiende ( hay que redactarlas en un lenguaje entendible por los  destinatarios de las mismas, por los que deben cumplirlas), cuando se entiende pero no se sigue, cuando es oficial pero no se cumple, cuando se cumple pero es obsoleta.
Pido al lector una opinión racional y razonada sobre las normas que los dirigentes,  ya sean nacionales o autonómicos (enmascarados en los "científicos": Leer: EL PODER DEL DINERO:
https://neuroforma.blogspot.com/2018/07/el-poder-del-dinero-habra-un-periodo.html ) , nos han dado para salir ilesos de esta situación que nos ha tocado vivir. También pido una opinión equilibrada entre razón y emoción, sobre si creen  que los políticos están controlando o no la situación.

Control de situaciones complejas



“Soy subjetivo porque soy sujeto, si fuese objetivo sería objeto” 


En otro tipo de formación a directivos y mandos sostenemos que a la hora de valorar determinadas variables de los colaboradores, lo peor no es la subjetividad, sino la arbitrariedad.

En muchos casos se puede medir por lo que el procedimiento sería “medir en donde sea posible”. 
Hay situaciones en las que la medición no es posible. El procedimiento aquí sería  “juzgar y valorar en donde no sea posible medir”. 


Hay quejas de muchos dirigentes autonómicos de la arbitrariedad de muchas de las decisiones que toma el gobierno.

Hay quejas generalizadas sobre las diversas y contradictorias interpretaciones que hacen acerca de las normas, los distintos agentes que deben vigilar que sean cumplidas. Yo mismo que hago deporte casi todos los días (90 minutos de marcha a 135 pasos por minuto), me quedé de piedra escuchando en una televisión a un agente que le decía a unas personas que practicaban marcha,  que tenían que poner la mascarilla, salvo que corrieran... ¡Insólito! Hacer deporte, según este agente se reduce a correr. Hoy a la mañana resolví el problema: después de finalizar la marcha (sin mascarilla)  de rigor, me dirigí (con mascarilla), a la oficina de la policía  municipal de la ciudad en la que vivo, Vigo,  explicándole el caso. Salí de allí sin mascarilla después de que me dijera, sin dudas ni ambigüedades,  que "para el deporte individual no es necesaria la mascarilla". Claro que esto ocurre en Vigo, ciudad en la cual los agentes municipales son, a mi juicio, y dado diversas experiencias en las que he tenido que recurrir a ellos, muy eficaces y eficientes. Pero, por lo que se ve no ocurre lo mismo en otros lugares. 

Si a esto añadimos la falta de ejemplaridad de los políticos que arrastran un déficit alarmante de confianza [7 ] y credibilidad, se explica muchas de las respuestas que los ciudadanos estamos dando.

Al día de hoy, ningún político tiene credibilidad, ni nos inspira confianza, como para hacerle caso a sus mensajes. Si a esto se une que lo que la responsabilidad individual nos suena a pura milonga, solo queda un camino: la sanción. Conducta seguida de malas consecuencias (multa monetaria), tiende a extinguirse o bajar su frecuencia. [8]




Para controlar situaciones complejas es imprescindible tener capacidad  de análisis y experiencia (dos características, a mi juicio, en riesgo de extinción), lo cual nos lleva, entre otras muchas cosas a que se dicten normas absurdas que hagan creer a muchos, sobre todo a los jóvenes, por un proceso de generalización, en el absurdo de las normas.

Ejemplaridad


Una de las premisas fundamentales de la formación  de la que antes hablé, es la siguiente:

“Compromiso e implicación visible de la dirección”


Si no hay ejemplaridad desde arriba, no hay implicación desde abajo.

El ‘compromiso visible’ se traduce en lo siguiente:

Hacer: Hacer  las cosas bien.
 Hacer y que vean que las hace: Las personas deben sentir su influencia y su voluntad de hacer las cosas bien.
Hacer, que vean que las hace y ser creíble: Las personas deben sentir su influencia y su voluntad de hacer las cosas bien y sentir que es un verdadero valor para la dirección.

Así se sale de la patología de personas dependientes que se limitan a obedecer sin entender el por qué, que cumplen las normas de seguridad por puro instinto natural y por las sanciones y consecuencias negativas que les puedan ocasionar el saltárselas a la  torera y sin comprender ni entender nada más que esto.

Sólo así se puede llegar a  fomentar personas independientes con comprensión, integración e iniciativas, con un compromiso personal que les lleve a implicarse en la situación y cumplan, desde la óptica de la responsabilidad individual y no desde la óptica del garrotazo y la sanción.

El sumatorio de personas individuales que asuman estos postulados y empiecen a sentir un refuerzo positivo,   observando cómo sube su autoestima dando estos tipos de comportamientos que la sociedad valora,  dará como resultado final una responsabilidad colectiva emanada del espíritu de equipo que desarrollan sus ciudadanos

Claro que para que se de lo anterior,  la sociedad tienen que priorizar las valoraciones que hace,  poniendo por encima del “chute” de autoestima que se pueda sentir exhibiendo un cuerpo atlético ( Leer:  Cuando la ESTÉTICA  influye más que la ÉTICA: https://neuroforma.blogspot.com/2018/07/cuando-la-estetica-influye-mas-que-la.html en una discoteca saltándose todas las medidas de seguridad, el premiar, con deferencia y aprecio,  al que respeta las normas que como sociedad nos hemos dado y que nos permiten vivir y convivir, sin olvidar que estamos en el paradigma sistémico, el cual nos  “ofrece una metodología, una forma de percibir sistémicamente la realidad, de comprender y resolver sus problemas, que son siempre globales, y que vemos como aislados…”  

   Yo dependo de ti, tú dependes de mí.



 Fuentes bibliográficas: 






[7] ¿Confiamos en los políticos? : https://neuroforma.blogspot.com/2019/04/