domingo, 12 de febrero de 2017

LA GRAN COALICIÓN: PENSAMIENTO CRÍTICO + OPTIMISMO FUNCIONAL (2)






LA GRAN COALICIÓN: PENSAMIENTO CRÍTICO Y OPTIMISMO FUNCIONAL (2)





"Si en la sociedad de los cavernícolas hubiesen existido sólo conformistas, está claro que todavía seríamos cavernícolas, e incluso caníbales"[1]

Auto gestionar la vida

¿Cómo posicionarse ante el mundo con esta coalición formada por el pensamiento crítico y el optimismo funcional, para así auto gestionar la vida,  practicando  el gobierno de uno mismo, el cual,  ya no solo forma parte de la existencia sino que, además, la compone y la garantiza?

Para situar esta pregunta en un contexto entendible, además de haber leído el post anterior, te invito a leer, en este mismo blog, 

Ya hace muchos años que la filosofía revolucionó la manera de pensar. Lo comenzó a hacer allá por  los 600 años antes de Cristo, en la Grecia Clásica. Lo hizo  aportando preguntas pertinentes, que requerían respuestas diferentes a las que hasta ese momento se tenían para explicar  la realidad. Desterró los relatos sobre dioses, los mitos,  como forma de explicar lo que sucedía y en su lugar apeló al  razonamiento, sostenido este en la experiencia y la razón para explicar las cosas.
 
Nosotros ya no apelamos a los dioses, pero seguimos conservando y utilizando los  mitos: el mito del mercado, el mito del crecimiento ilimitado, el mito de la eterna juventud. Algunos incluso el mito de la inmortalidad. 
Seguimos explicando nuestra realidad apelando a los mitos y añadiendo además,  de forma extensa como  elementos  explicativos, la mentira, la farsa y la manipulación. Si antes se justificaba todo en base al designio de los dioses, hoy todo se argumenta y justifica apelando al mercado. Se nos inculca que nuestra principal responsabilidad es consumir además  de producir. No gobierna el mundo la política ni la democracia; lo gobierna la economía, así, en general, a través de una abstracción que se llama mercado. Esta impone sus propias leyes al igual que Apolo o Dioniso imponían sus propios deseos antes de que surgiera la filosofía con sus preguntas. Son más importantes las preguntas que las respuestas que puedan ofrecer. Una pregunta válida y pertinente siempre da como resultado una respuesta válida y pertinente. Con una mala pregunta nunca se obtiene una buena respuesta.

¿Nos estamos haciendo las preguntas adecuadas?

Vivimos en una sociedad enferma. Una sociedad sin principios, sin valores, dominada por el egoísmo e inclinada exclusivamente al hedonismo. Imagina a un joven al que le aleccionas con el discurso clásico de que está en una sociedad libre, en la que puede pensar como quiera, en la que todos somos iguales, que puede llegar a ser lo que quiera... De repente,  él te pregunta: "Dime, ¿Cómo lo hago?"

Por eso se volvieron tan pragmáticos, porque para ellos lo primero es gestionar la situación, organizar su vida de forma concreta. Tenía razón Maslow y su pirámide de motivación: cuando la base no está satisfecha (las necesidades fisiológicas, primarias o básicas) no queda espacio para otra cosa que no sea ocuparse de satisfacerlas. 

¡Y pensar que hace muchos años que decían los sociólogos,  que los tres primeros escalones de la pirámide, en la sociedad occidental quedaron definitivamente satisfechos a partir del año 1950! ¿Tanto hemos retrocedido? ¿Donde quedó aquello, tan necesario, y que muchos hemos conocido,  de que para una gestión adecuada de la vida es fundamental valorar a la persona, permitirle mejorar en su trabajo, crecer en su profesión, ser reconocido y permitirle y fomentar el desarrollo personal y profesional? ¿Que respuestas le damos a un joven que pregunta: "¿Cómo organizo mi vida?"
  
Lo primero que nos hace falta, a mi juicio, es retomar o desarrollar unos principios y valores que fomenten   personas integras y coherentes, humanas, dignas y morales. Podemos poner como ejemplo a  Sócrates, que no sólo renunció  mitigar  la condena del jurado integrado por 500 ciudadanos que lo condenó a muerte, sino que, antes de no reconocer su culpabilidad para eliminar la pena, o de aceptar una huida organizada, prefirió recurrir a la cicuta.

¡Qué ejemplo para nuestros corruptos actuales,  que habiendo tenido libre albedrío para actuar, ahora no asumen la responsabilidad de sus actos, culpando de los mismos a cualquiera menos a ellos mismos! Es  de lo más denigrante en lo que puede caer un ser humano: no apechugar con las consecuencias derivadas de sus acciones,  libremente elegidas. ¿Cómo han podido ascender tanto en la sociedad con semejante nivel de responsabilidad? ¿Puede un irresponsable llegar dirigir a personas y gestionar instituciones importantes?
 
Desapareció la ética, la moral. Las leyes ya no encierran un valor o norma moral. Ya no buscan la justicia, la fraternidad, la protección social. No significan más que normas prácticas de funcionamiento, es decir, se pueden hacer trampas, eso sí, “trampas legales”. Si has robado mucho dinero, este te proporcionará la posibilidad de contratar a un buen abogado, te permitirá, también,   apelar a todos los escalones de la justicia. Hoy oí decir a un corrupto condenado,  que no solo apelarían al Tribunal  Supremo sino al tribunal de Estrasburgo. En definitiva,si tienes dinero, al margen de como lo hayas ganado o robado,  te incrementará, considerablemente, tus posibilidades de “irte de rositas”. Ya sabemos que la “justicia cara” resuelve favorablemente a favor del juzgado.

Esta descripción que acabo de hacer, salpicada de algún elemento valorativo, no pretende fomentar el pesimismo. Pretende argumentar que esto solo es posible en una sociedad sin pensamiento crítico y sin optimismo funcional. Por eso proponemos la coalición como gobierno individual, lo cual se extenderá al gobierno colectivo.

Existe una doctrina jurídica llamada “ignorancia deliberada”, aplicada, fundamentalmente, a casos de blanqueo de dinero. Un magistrado del Tribunal Supremo la resume así: “Como sabía la respuesta, no preguntó”.[2] Una sentencia de este mismo tribunal señala que “quien se pone en situación de ignorancia deliberada, sin querer saber aquello que puede y debe saberse, y sin embargo se beneficia de la situación, está asumiendo y aceptando todas las consecuencias del ilícito negocio en el que voluntariamente participa”.
Aplicado esto a nosotros: ¿No estaremos cayendo en una "ignorancia liberada" la cual no nos beneficia, todo lo contrario, al no querer enterarnos de lo que sucede? Dicho de otra forma: ¿no estaremos aplicando la estrategia del avestruz “esconder la cabeza debajo del ala”? 

Hay ignorancias necesarias (no podemos saberlo todo), pero hay otras ignorancias que en el mundo actual no están justificadas desde ningún punto de vista. Hay cosas que como ciudadanos responsables tenemos la obligación de no ignorar.



Pensamiento crítico y optimismo funcional: la coalición del buen gobierno.
El optimismo bobalicón te invita a ser positivo sin más, decir a todo que sí, ser muy guay, e ignorar los problemas. El optimismo funcional preconiza mirar los problemas a la cara y actuar ante ellos de forma proactiva.

La profesión de vivir

Un fontanero competente o cualquier otro profesional de cualquier clase debe, en primer lugar, dominar toda una serie de tareas que constituyen su profesión. Tareas concretas, específicas que pueden describirse y analizarse, aprenderse y enseñarse. Tareas cuyo dominio requiere la adquisición de conocimientos.
En segundo lugar, tiene que saber utilizar con destreza todo un conjunto de herramientas necesarias para realizar las tareas. ¿Nunca te ocurrió que ante una avería del grifo que ya dabas por resuelta, después de ver como el fontanero trabajaba en ella, este tuvo que dejarla sin terminar por que “no traje una herramienta que me hace falta”? Toda profesión tiene sus herramientas, cuyo dominio solo se adquiere a través del entrenamiento, de la práctica intensiva.
Al utilizar las herramientas y ejecutar las tareas el fontanero o cualquier otro profesional guía su actuación por una serie de principios, de normas o reglas de actuación. Estos principios determinan la calidad de la utilización de las herramientas y la calidad de las tareas realizadas. Se pueden aprender y enseñar. Hay que conocerlos y cumplirlos para lo cual es necesario comprenderlos, entender intelectualmente su porqué, y sobre todo, disciplina para aplicarlos en el día a día.
Los principios de cualquier profesión son fáciles de formular (código deontológico). La dificultad está en tenerlos en cuenta en el día a día,  pues ello,  exige mucho rigor y disciplina. Como sociedad tenemos un gran número  de valores declarados, pero, escasos o nulos valores practicados.
Vamos apelar a un aspecto del pensamiento, del raciocinio como es el que obtener nuevos conocimientos a partir de los ya adquiridos, para concretar más el cómo aplicar en nuestra vida la coalición que estamos propugnando.
Razonando podemos hallar las respuesta  pertinentes a un problema dado, haciendo previamente las preguntas adecuadas. Echando mano del raciocinio deductivo (va de lo universal a lo particular) y del raciocinio inductivo (va de lo particular a lo universal), podemos concretar el cómo aplicar la coalición, a través de tres principios, tres tareas y diez herramientas que deducimos del enunciado de lo que llamamos DECÁLOGO DE  AUTOGESTIÓN.


Tres principios[3] CAR[4] (Conciencia, Autocreencia y Responsabilidad y tres tareas DAR (Desarrollo personal y profesional, Aportaciones al entorno y Recompensas recibidas de ese entorno).

En la  transparencia de más abajo, aparecen sintetizados.
Las herramientas implícitas en cada uno de los puntos del Decálogo de Autogestión,  las desarrollamos,  en los talleres presenciales que damos, en función de las características de los asistentes.






El primer punto del Decálogo de Autogestión lo titulamos así:

"Cardar para saber mirar" y de el deducimos una herramienta muy práctica y de gran ayuda para alcanzar una vida plena.[5] 


BIBLIOGRAFÍA


[1]FROMM Erich. La patología de la normalidad. Paidós, Barcelona, 1994.p.23

[2]http://politica.elpais.com/politica/2014/02/20/actualidad/1392932530_077970.html

[3]RAVIER, Leonardo.: Arte y ciencia del coaching. Su historia, filosofía y esencia. Editorial DUNKEN, Buenos Aires 2005

[4]Decálogo de Autogestión: Cardar para saber mirar.
http://tv.uvigo.es/es/video/mm/15177.html


[5] Decálogo de Autogestión. Cardar para progresar: http://tv.uvigo.es/es/video/mm/15178.html













lunes, 6 de febrero de 2017

LA GRAN COALICIÓN: PENSAMIENTO CRÍTICO + OPTIMISMO FUNCIONAL (1)









LA GRAN COALICIÓN: PENSAMIENTO CRÍTICO Y OPTIMISMO FUNCIONAL  (1)






Sin conciencia (capacidad de darse cuenta) no hay comprensión

Sin comprensión (entender) no hay motivación.
Sin motivación (energía) no hay acción.
Sin acción no hay evolución.
“Ser es hacer”




Pensar bien para sentirse bien.



Llevamos mucho tiempo abogando por una educación holística,  la cual parte de una visión integral e integradora de la persona. Se trata, en este caso,  básicamente  de  sumar lo emocional al aprendizaje intelectual, de modo que se logre educar y no solo instruir. Una educación que nos forme para el trabajo y para la vida. [1]

Autogestionar la vida, pasa por el gobierno de uno mismo, el cual,  ya no solo forma parte de la existencia, sino que, además, la compone y la garantiza. Para el gobierno de uno mismo, proponemos hoy una gran coalición entre lo intelectual y lo emocional, entre el pensar y el sentir, entre el pensamiento  crítico y el optimismo funcional.


El pensamiento nos permite razonar. No es lo mismo razonar bien que razonar mal. Un raciocinio correcto marca una gran diferencia en todos los órdenes de la vida: ¿le damos la importancia que merece?
















A nuestro juicio no. Hay  muchas razones del por qué esto es así. Una de ellas es la de que pensar es gratis. A lo que es gratis, no le damos valor. El mundo consumista que tenemos,  no funciona con pensamientos: funciona con consumo, ¡que no es gratis!. Por eso al consumo sí le damos valor, un exagerado valor, un exclusivo valor.

En muchos casos se da una paradoja entre  pensar y consumir.  Tienden a mantener una relación inversa: cuanto más pensamos menos consumimos. A menor pensar más consumir. Por si a alguien esto le parece muy fuerte, vamos a plantearlo de otra manera: a más pensar,  menos   consumo irracional; a menos  pensar,  más consumo irracional. El  mundo actual lo tenemos montado sobre un consumo irracional.

A través de los enunciados anteriores podemos explicar, causalmente, muchas de las cosas que nos están sucediendo.  Entender el mundo sin sentido  actual,   pasa por captar el sinsentido de cómo lo tenemos montado. El fenómeno de causa-efecto, inherente al paradigma racionalista, y el fenómeno de la interdependencia,  propio del paradigma sistémico, están detrás de las posibles explicaciones.

Obstáculos  al pensar.
















Pensar es peligroso.  Es una consecuencia de lo afirmado anteriormente. Por eso se combate todo aquello que lo fomente.  Vivir sin conciencia, sin capacidad de darse cuenta, es lo más adaptativo  para sobrevivir  en el mundo actual.  Para consumir,  de forma irracional,  tenemos que dejarnos manipular, lo cual está reñido con la razón, con la capacidad de descubrir las falacias y demás fallos en el razonar de los manipuladores.

Nada de fomentar espacios para pensar.  Todo lo contrario: fomentemos y  practiquemos la anestesia mental. Fomento de la televisión basura, de la redes sociales del “ja, ja, ja”, de la banalidad y superficialidad.  Fomento, también,  de otras redes en las que prolifera la búsqueda de relaciones exclusivamente instrumentales,  y en las que se repiten contenidos llenos de tópicos y se abusa de la pedagogía del “loro de repetición”: saturación de frases y conceptos que no llegamos a comprender, simplemente por entender que están dentro de lo políticamente correcto y que van a gustar a quién los lee,   o a quién tiene poder  y sintonizando  con su posición siempre nos puede benéficar en algo.  Implica un sometimiento exagerado a la convención social, síntoma claro de miedo, el cual llega a arrugarnos, a empequeñecernos,  a  anularnos.


Tertulias de amigos en las que se habla,  en exclusiva, ya  no de ideas, ni siquiera de cosas, sino de personas para resaltar sus defectillos  y pequeñas miserias humanas (entiéndase como  “chafardeo”).  Anéctotillas del pasado, de lo que hizo Juan o Pepe en determinada situación, es la mejor forma de rehuir hablar y abordar el presente para desde el mismo tratar de construir el futuro.

No dejar tiempo para la reflexión, para la filosofía, para el dialogo interesante contrastando distintos puntos de vista sobre ideas.  Nada de lectura, no interesa conocer lo que pensaron las figuras relevantes de nuestra historia. La premisa que sostienen los historiadores de que  no se puede entender el presente si no se conoce y asume el pasado, se considera irrisoria.  A nadie interesa el camino recorrido, es ridículo intentar comprender y encontrar sentido. Vivir en la inconsciencia es la mejor fórmula. 

Recurrir a la lógica para elaborar pensamientos claros, pensamientos que expresen, nítidamente,  de modo directo y sin subterfugios  la realidad a la que se refieren, es casi un “pecado”.  

Para los manipuladores que se benefician del consumo irracional, para sus intereses, viene mejor fomentar pensamientos confusos (todos los días tenemos numerosos ejemplos de este tipo de pensamientos; fue muy comentado, y valga como ejemplo, el “y su indemnización se ha satisfecho en diferido”.


Hace muy pocos día  felicité a un amigo que cumplía años más  o menos así:
“(…) casi siempre es un placer cumplir años. Un adolescente ansía “hacerse mayor”. A partir de cierta edad cronológica, el placer consiste en ser consciente, darse cuenta, de que las virutas que el tiempo cronológico va dejando, somos capaces de asimilarlas y quemarlas y así producen el milagro de alumbrarnos, dándonos una mayor claridad mental. Incrementar la claridad mental es una de las metas humanas más importante. Nos hace más humanos”.
Se busca la confusión mental (el mejor antídoto para el pensamiento crítico).  Ya no necesitamos entender y comprender nada. El profesor Sartori [2], nos habla de la transformación del homo sapiens en homo videns, debido a lo cual la palabra ha perdido valor y actualmente se da la primacía de la imagen, es decir, de lo visible sobre lo inteligible,  lo cual lleva a un ver sin entender que ha acabado con el pensamiento abstracto, con las ideas claras y distintas.

 Ya no interesa la “lógica informal”. Ya no hay necesidad de saber argumentar correctamente. No interesa la capacidad de desmontar razonamientos no válidos que pueden parecer ciertos. Se aceptan fragantes falacias como si fueran dogmas de fe.

En un curioso  y humorístico libro [3], se sostiene la tesis de que la inteligencia,  entendida como el rasgo más distintivo del ser humano y gracias a la cual fuimos capaces de progresar, ya quedó en desuso, está obsoleta. Sostiene cosas como las siguientes:

“El poder de una organización social humana es tanto más fuerte cuanto mayor es la cantidad de inteligencia que consigue destruir”; “la inteligencia intimida y desencadena la agresividad de quién no la posee o está menos dotado”;  “la jerarquía es el instrumento que ha inventado la evolución para agrupar a los sapiens y conducirlos hacia la estupidez”.
Va, aún,  más lejos, llegando a determinar varias leyes sobre el fin de la inteligencia:

Primera ley sobre el fin de la inteligencia:
 “El imbécil sobrevive. El genio se extingue".
Corolario de la Primera Ley:
 "Antes tontos que muertos".

Sentirse  bien para vivir mejor



Si has llegado en tu lectura hasta aquí, tal vez estés pensando que la cosa va más bien de pesimismo.
A mi juicio, no. Va de optimismo funcional y, por lo tanto, rehuyendo del optimismo bobalicón y sin sentido que tanto se está utilizando como una herramienta más de manipulación. El optimismo funcional  va de posición. Es aquel que te hace colocarte ante las situaciones,  en una posición de proactividad y creyendo que con tu esfuerzo y recursos la sacarás adelante. El optimismo bobalicón va de ingenuidad, de creer que basta solo con tener fe para que la cosa se arregle por sí mismas. El optimismo bobalicón va de humor; el optimismo funcional va de voluntad. Al Bienestar Individual Subjetivo se llega con voluntad y gobierno; jamás se llega con anestesia mental y consumo irracional. 


El artículo pretender ser un   canto al pensamiento crítico, considerándolo como la mejor forma  de posicionarse  ante la sociedad para que esta prospere desde todos los puntos de vista.


“Un hombre no tiene muchos más enemigos que sí mismo: Un hombre es su peor enemigo a causa de sus falsos juicios, de sus temores vanos, de su desesperación y de los discursos deprimentes que se dirige.  Decirle simplemente a un hombre: “Su destino depende de usted”, es un consejo que vale…” [4]


 ¿Cómo posicionarse ante el mundo con esta coalición? 

 Lo abordaremos en la próxima entrada.




BIBLIOGRAFIA



  [1]https://neuroforma.blogspot.com/2019/03/formacion-integral-se-debate-en-algunos.html

 [2] SARTORI, Giovanni : Homo videns. La sociedad teledirigida, Taurus, 1998.

[3] APRILE, Pino: Elogio del Imbécil, Temas de Hoy, 2006

[4] ALAIN, (Émile Chartier).: Mira a lo lejos. 66 escritos sobre la felicidad, RBA libros, 2007, p.188




martes, 17 de enero de 2017

CÓMO CONSTRUIR UNA SÓLIDA CONFIANZA

CÓMO CONSTRUIR UNA SÓLIDA CONFIANZA


"La confianza es como la pasta de los dientes, es muy fácil que salga por el tubo pero muy difícil de meter".


LA IMPORTANCIA DE LA CONFIANZA


El factor confianza siempre está de actualidad. Varios títulos de libros  editados enuncian algo así como “Gestionar no a través del miedo sino de la confianza”. Pero el tema es ya viejo: siempre que un directivo, jefe o responsable consigue ganar y mantener la confianza de su entorno, de sus colaboradores y de sus compañeros de trabajo, el ambiente que se disfruta es gratificante, por mucho trabajo que haya que abordar en el día a día.

La confianza no admite artificialidades. Hay empresas que se esfuerzan en mejorar la motivación, el estilo de dirección y la cultura de empresa (forma en la que se hacen las cosas en esa empresa), y que sin embargo, el efecto que consiguen,  es que las personas lo perciban como medidas poco sinceras, manipuladoras o cínicas. La expresión “vender la moto” lo sintetiza. Las personas pueden disimular, pero no se engañan con facilidad. 

Lo que realmente cuenta es la confianza recíproca. Sin esta no existe motivación, ni el compromiso.Un estilo de dirección que no genere esta confianza recíproca, no puede ser un buen estilo de dirección. Habrá que cambiarlo.

 Una dirección basada en la confianza crea un entorno sólido,  en el que se pueden soportar y asimilar los errores de dirección que inevitablemente se comenten en el día a día. Los colaboradores ocasionalmente se pueden quejar, pero saben que cuando lo necesiten realmente, siempre pueden contar y confiar en su jefe. La calidad de unas relaciones, no se mide por la ausencia de conflictos o dificultades, sino porque los conflictos se puedan discutir, solucionar y porque la relación sea lo suficientemente afianzada como para sobrellevarlos. Esto no es posible sin confianza.


"Cuando la confianza es alta, la comunicación es fácil, instantánea y efectiva".    Stephen R. Covey

La confianza genera un estado de ánimo productivo. La falta de confianza genera recelos, mal humor, descontento y conflictos soterrados. El grado de confianza junto con el cómo se aborda la realidad entre dos personas (si se habla o no de los temas, si se abordan o no los conflictos o se mira para otro lado ignorándolos), es lo que determina que su forma de relacionarse sea de discrepancia, el pacto de silencio, la retranca o la guerra abierta. El grado de confianza junto con el grado de coordinación mutua entre jefe y colaborador es lo que determina que su comunicación sea defensiva, neutra o sinérgica. Sólo desde la comunicación sinérgica se pueden resolver problemas de cierta complejidad. Desde la comunicación defensiva los problemas no se resuelven y se enquistan. Desde la comunicación neutra se pueden resolver “problemillas” pero no problemas.




INGREDIENTES DE LA CONFIANZA

Una forma muy fácil y práctica de definirla es “que te fíes que la otra parte no tomará una decisión en tu contra”.

¿Cómo construir una confianza sólida?

Los ingredientes de la confianza son los siguientes:

1.   Tu credibilidad profesional. Que la gente entienda que de lo que hablas sabes.
2.   Tu credibilidad personal. Honestidad, no abusar, no engañar.
3.   La empatía. Habilidad de conectar con la otra parte, ser capaz de dar valor a los demás. Dar al otro la capacidad de expresarse.
4.   Discurso atractivo. Que lo que digas tenga fuerza y argumentes bien.


Genera desconfianza,  las siguientes cuestiones:

1.    La falta de capacidad de reconocer los propios errores.
2.    La estrategia de disimularlos, taparlos con agilidad y pasarle el muerto a otro.
3.    El modificar constantemente las reglas buscando el beneficio propio.

De ello podemos deducir las siguientes normas sencillas:

1.    Los errores de los colaboradores son errores del jefe.
2.    Los errores del jefe también son errores
3.    Los éxitos de los colaboradores “pertenecen” a los colaboradores
4.    Los éxitos del jefe  son “lo hemos conseguido”


Para construir confianza es necesario saber escuchar. No se trata de pasar mucho tiempo escuchando. Se trata de que mientras hablemos con alguien practiquemos una escucha atenta y concentrada. La impaciencia y el ignorar sin más lo que los otros nos dicen rompen la confianza. Ver: D.M.I.G.: El Discurso Mínimo Interprofesional Garantizado. El aspecto cuantitativo de la comunicación. 

Para construir confianza no hay que representar ningún “papel” que no seamos capaces de mantener a la larga. Ser sinceros, no ocultar los propios problemas y desenvolverse según la propia personalidad. Lo que se interpreta sólo se interpreta pero no es verdad y todos tenemos una sensibilidad especial para detectar la diferencia. Lo que impacta es la autenticidad.La falta de autenticidad genera desconfianza, hasta el punto de que nos veamos rodeados de “espectadores” pero no de “jugadores”. Nadie se compromete con nosotros y nuestras metas o proyectos. 


Otro ingrediente de la confianza son los buenos modales, entendiendo por estos no lo fina etiqueta, sino un mínimo de decencia y respeto. Estos buenos modales son el  “lubricante” que hacen posible la convivencia y la cooperación. La ley  de la física según la cual el choque de dos sólidos provoca roces, también se da en las organizaciones. El roce entre personas produce “choques” que generan conflictos. Estos se mitigan con los buenos modales. Pueden darse situaciones en las que es necesario soportar a personas que no tienen modales, pero nunca se las respetará y nunca se confiará en ellas. Las relaciones con este tipo de personas están cargadas de escepticismo, duda, desconfianza y rechazo.


Las personas en las que la gente confía tienen una conducta marcada por la consistencia y la rectitud. Creen en lo que dicen y actúan en consecuencia. No toleran intrigantes a su alrededor, no depositan una confianza ciega en nada ni en nadie, sino una confianza justificada, basada en argumentos y, sobre todo, en hechos. Se aseguran de que en cualquier momento puedan averiguar cuando se abusa de su confianza. Su máxima es “confía en todos tanto como puedas”.

CUENTA CORRIENTE DE LA CONFIANZA

  Funciona a través de depósitos y de reintegros, como la cuenta bancaria,  Cumpliendo  lo siguiente:

Cuando hay más reintegros que depósitos, el saldo da como resultado desconfianza.






BIBLIOGRAFÍA



- HUETE, Luis.: Seminario sobre "Liderazgo Personal y Coaching. Barcelona, 2006.

-MALIK, Fredmund.: Drigir, Rendir, Vivir. Management eficaz para una nueva era. Bilbao, Ediciones  Deusto2002.

miércoles, 11 de enero de 2017

LA CORROSIÓN DEL LENGUAJE


LA CORROSIÓN  DEL LENGUAJE







Sin conciencia (capacidad de darse cuenta) no hay comprensión.

Sin comprensión (entender) no hay motivación.

Sin motivación (energía) no hay acción.

Sin acción no hay evolución.

“Ser es hacer”


LAS PALABRAS TIENEN SIGNIFICADO

Cuando escuchamos una palabra o cuando la vemos,  captamos su significado. Lo que llamamos pensamiento (representación mental de un objeto), es justamente eso: el significado captado.

El pensamiento nos permite razonar. Todos conocemos personas que razonan bien y personas que razonan mal. Del razonamiento se ocupa la Lógica, la cual nos ofrece toda una serie de reglas prácticas para razonar correctamente. Facilita el raciocinio correcto y verdadero.

Cuando nosotros (sujetos) queremos conocer algo (objeto) , lo que sea, persona o cosa, ponemos en marcha todo un proceso psicológico que tiene como finalidad obtener una representación fidedigna de dicho objeto, ya sea este una persona, una cosa, una situación, un suceso, etc.  Con las palabras,  dado que expresan pensamientos y son los elementos fundamentales del lenguaje, construimos, cada uno de nosotros, nuestro modo de expresarnos y transmitir nuestros sentimientos y pensamientos.


LA UTILIZACIÓN DE LAS PALABRAS TIENE CONNOTACIONES

El lenguaje tiene un significado que sobrepasa al significado literal de las palabras. Con la connotación añadimos, a la palabra o a la frase, un significado diferente al suyo propio. Así, por ejemplo, muchas personas hacen un uso extenso de las connotaciones peyorativas. Valga como ejemplo “A la vejez, se acorta el dormir y se alarga el gruñir”.


El lenguaje siempre es un acto intencional, nos comunicamos con una intención previa. Cuando dicha intención consiste en poner de relieve, lo más fidedignamente posible, la realidad objetiva y verídica,  nos lleva a unos resultados. Cuando dicha intención consiste en  camuflar la verdad, mentir, engañar, los resultados son otros y muy distintos de los primeros. En el primer caso hablaríamos de algo noble, objetivo y congruente. Despierta en nosotros interés y respeto.  En el segundo caso nos referiríamos a algo indigno, deshonroso e ignominioso. Despierta en nosotros rechazo y desconfianza.

El lenguaje como acto intencional nos lleva a que todos lo utilizamos en función de nuestra propia conveniencia. Los políticos son un ejemplo claro de esto que decimos. Pero, no solo ellos. Los medios de comunicación, las religiones, los profesionales del derecho, de la economía, etc., todos caemos en lo mismo. Podemos decir que no vemos las cosas tal como son exactamente, sino, de algún modo, como queremos que sean.

“No vemos las cosas como son, sino como somos”. Jiddu Krishnamurti


La objetividad de la que solemos presumir está reñida con lo humano. No somos objetos sino sujetos, y por lo tanto subjetivos. Ya no sólo a nivel individual, sino que incluso  ya es cuestionada hasta la  objetividad científica, y ya se habla, más que de objetividad de “intersubjetividad” (acuerdo entre la mayoría de los observadores).

“Lo que un observador ve, esto es, la experiencia visual que tiene un observador cuando ve un objeto, depende en parte de su experiencia pasada, su conocimiento y sus expectativas”. [1]






No hay más que escuchar en los debates televisivos a los diversos economista y observar  como sus pensamientos, su razonamiento, no se rige por la lógica sino, fundamentalmente, por el paradigma económico en el que han sido formados y defienden. Lo mismo ocurre con los políticos y su ideología, conjunto de ideas fundamentales que caracterizan el pensamiento de una persona o una colectividad.
“Los hechos, la realidad, los interpretamos con relación a nuestros esquemas de pensamiento”.

NO TODO VALE


Esto que acabamos de exponer, no nos debe llevar a la conclusión de que es válida y lícita cualquier utilización del lenguaje. Como en  todo, también aquí aparecen las tan mencionadas líneas rojas. Cuando se traspasan, lo que ocurre cotidianamente en el lenguaje político, debe saltar la alarma.

Se traspasa la línea roja cuando se miente con tal descaro que hace sonrojar,  no al hablante (que a veces se pronuncia con tal descaro, cinismo y atrevimiento que parece que no tenga vergüenza), sino al oyente.Nos hacen sonrojar de vergüenza ajena. Cuando ya no es que haga gala de una extrema subjetividad,  sino que recurre a  la distorsión manifiesta de la realidad. Cuando de forma sistemática se dice una cosa y luego se hace justo la contraria. Cuando… Diariamente podemos encontrarnos con múltiples ejemplos de todo esto. 

Una manifestación clara de esta corrosión es el extendido  empleo de eufemismos en el lenguaje político.  Ya no se habla de subida de impuestos sino de “cambio de la ponderación de los impuestos”; ya no dicen robo sino “desvío irregular de fondos”; jamás dicen bajada de salarios sino “”devaluación competitiva de los salarios”; la guerra quedó en desuso y sustituida por la “intervención militar”. La subida de impuestos es sustituida por el “recargo temporal de solidaridad”; no hay recortes sino “ajustes”. A los inmuebles embargados se les denomina “activos adjudicados”; a la crisis “acumulación de desequilibrios económicos; a los recortes “ajustes”, a las pérdidas “incremento negativo”. Imponer el copago pasa a ser “introducir un tique moderador”; a la subida del IVA, “modificar la imposición al consumo. ¡Manda huevos!, que diría un personaje del que todos hablan estos últimos días y que es un prototipo del político depravado y prepotente que se considera impune e invulnerable.  Llegamos así, a una triple corrosión  del lenguaje: desde el punto de vista lingüístico, desde el punto de vista ético y desde el punto de vista social.

¿Estaremos ante la versión moderna de la Torre de Babel?
 ”Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Génesis 11:1-9
Ya no necesitamos a un Yahvé enfadado, sino que nosotros, por nuestra propia cuenta, estamos construyendo una sociedad incomunicada.




Los fines del eufemismo son cuatro [2]:

1. Disfrazar lo feo de bonito o neutro.
2. Disfrazar lo fácil de complicado.
3. Disfrazar la vacuidad de palabrería.
4. Disfrazar lo concreto de vaguedades.





Juan Antonio González Iglesias, profesor de Filología Latina en la Universidad de Salamanca, considera que el lenguaje es fundamental en la vida política y que por esa misma razón está “obligado a ser riguroso y respetuoso”. [3]
 Eugenio Trías, filósofo, ataca a los que utilizan una retórica llena de agravios, lo cual se debe, según él, a una  “falta de cultura y a una utilización banal de términos que tienen un sentido preciso en su contexto, pero que fuera de él lo único que denota son carencias culturales y de educación básicas”. [4]

Lo grave de todo esto, es que en contra de lo que pensábamos antes,  de que los humanos como seres lingüísticos utilizábamos el lenguaje de forma pasiva para describir la realidad, para hablar sobre las cosas, para describir el mundo exterior que percibimos y expresar lo que pensamos y sentimos en nuestro mundo interior, hoy en día al lenguaje se le atribuye una función generativa, es decir, el lenguaje hace que sucedan cosas.


"El lenguaje, por lo tanto, no solo nos permite describir la realidad, el lenguaje crea realidades. La realidad no siempre precede al lenguaje, éste también precede a la realidad. El lenguaje, postulamos, genera ser”. [5]

La cosa no acaba aquí. Debemos tener en cuenta que “lo social”, lo construimos los humanos a través del lenguaje, que todo hecho social es un fenómeno lingüístico.
La manipulación mediática del lenguaje no solo se manifiesta en el neolenguaje orwelliano. [6]

La utilización del  habla  para controlar y definir el pensamiento de la población, para distraer a la gente de lo importante y canalizar su atención hacia la anécdota, es un tema de actualidad candente.

Para terminar,  decir que  "La CORROSIÓN  del LENGUAJE lleva a los  COMPORTAMIENTOS de CORRUPCCIÓN".
 Así titularemos una de las próximas entradas en nuestro blog.



 BIBLIOGRAFÍA:


 [1]CHALMERS, A.: ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Madrid, Siglo XXI, 1982.

[2] http://www.fund-encuentro.org/informe_espana/indiceinforme.php?id=IE19


[3] Manrique, W., “La crispación destroza el lenguaje”, en El País, 27 de marzo de 2006.


[4] Ibíd.


[5]ECHEVERRÍA, Rafael.: Ontología del lenguaje. Buenos Aires, Granice, 2006


[6] (Toledano Buendía, S. (2006). La neolengua de Orwell en la prensa actual. La literatura profetiza la manipulación mediática del lenguaje. Revista Latina de Comunicación Social, 62. http://www.ull.es/publicaciones/latina/200601toledano.htm